El café claro de la CDEEE

El café claro de la CDEEE

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
La administración general y el Consejo Directivo de la CDEEE han tomado una decisión para adjudicar la construcción de dos plantas de 600 megavatios a base de carbón, que pese a las 13 horas de continuos análisis para elegir la mejor oferta, ha dejado en el ánimo de la ciudadanía que no todo lució para ser beneficioso al país.

Vino a la memoria aquella experiencia con la Hydro-Quebec y luego con otras empresas generadoras de electricidad que venden energía a la red nacional de electricidad.

La licitación congregó a tres firmas extranjeras, y una de ellas, procedía de China Popular con una contraparte dominicana, siendo en su país la más grande empresa de ese género la cual ofertó un precio de 2,5 centavos de dólar el kilo servido a las redes, mientras la ganadora lo hacía a 2,9 y 3 centavos de dólar. Esta oferta aseguraba que la CDEE no tenía que comprarle toda su producción, sino la que necesitaran, mientras que la china aparentemente establecía que se debía comprar toda la producción generada en esas plantas operando a base de carbón o la producción en 7 mil horas anuales.

Por lo publicado en los diarios nacionales, a raíz de la apertura de las ofertas, en una sesión del Consejo de la CDEE el pasado martes 31, se nota una ambigüedad en cuanto a la oferta ganadora, que pudiera no estar muy claro, ya que anteriormente pretendieron venderles a la CDEE otras plantas de carbón usadas, y abandonadas en un puerto de Estados Unidos, y por el escándalo de la opinión pública, la operación no se materializó. Aquella vez insertaban en su pliego de condiciones que el país les depositara $140 millones de dólares para de esa forma poder llevar a cabo la operación. Ahora han vuelto a incursionar, amparados en los turbantes árabes, pese a que se conoce la estrecha relación que algunos de los representantes de esos emiratos tenían con la CDEE.

La CDEEE debe colar su café bien claro y andar con pies de plomo ante la magnitud del negocio, que va más allá de los $1,200 millones de dólares, que sería la inversión extranjera más elevada en la historia del país. De ahí que deben seguirse todos los pasos de análisis, y hasta de investigaciones, que aún cuando logren depositar la garantía exigida de $40 millones de dólares, a la hora de iniciar la construcción de la obras de infraestructura en territorio dominicano y a la construcción de las dos plantas en el extranjero, deben haber señales claras de la capacidad de quienes estén envueltos en ese proyecto de $42 mil millones de pesos o más, y luego, que por alguna atadura complaciente en el contrato, no resulte el país perjudicado, cuando se incumplan los plazos y otros aspectos de lo establecido contractualmente.

En la oferta ganadora parece que se trata de intermediarios que ensamblarán un equipo de trabajo de diversos orígenes, para que vayan suministrando todo los equipos y maquinarias requeridas, en particular las turbinas. No son muchas las empresas a nivel mundial, de reconocida solvencia y capacidad, que las puedan fabricar con seguridad de su rendimiento y larga vida.

Si la inversión no cristaliza como lo ha prometido la empresa ganadora, la misma se convertiría en un terrible lastre para la economía nacional. Entonces, será muy importante, que en los términos del contrato que se firme, la CDEE y sus asesores, deben redactarlo bien claro y evitar que surjan dudas que pueda dar lugar a alguna brecha que luego resulte que el país deberá pagar o resarcir a los inversionistas de las pérdidas que incurrirían a la hora que no puedan completar la instalación de las plantas.

La CDEE ha puesto todas sus esperanzas en esas dos plantas de carbón, que tendrían más de tres veces los kilovatios que pudieran instalarse a nivel de presas hidroeléctricas y de energía eólica. Además, las presas y sus turbinas hidroeléctricas, requieren de más tiempo para entrar en operación y su costo por kilovatio instalado supera más de 5 veces al costo de una turbina que opere con carbón. La ventaja inigualable de las hidroeléctricas es que su combustible, el agua, es gratis y no produce contaminación del medio ambiente, cosa que con la operación de las plantas de carbón se estaría expuesto a esos daños. Se vería crecer las montañas de rock ash como el que trajeron de Puerto Rico, o el existente de las operaciones de las plantas de Itabo cuando operan con carbón colombiano. El rock ash de origen dominicano ha sido depositado en las grandes excavaciones de donde se extraían agregados para la construcción, en las cercanías de Nigua y Cambelén, por aquella carretera Sánchez original que iba desde San Cristóbal a la capital, pasando por lo que se llamó la curva del turco.

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