Madrid, (EFE).- Si Paco de Lucía fue «el embajador del cajón en el mundo», como a menudo se refirió a él Rafael Santa Cruz, este maestro peruano, fallecido de madrugada por un paro cardíaco, fue su ministro principal tras una vida dedicada al estudio y difusión del instrumento que hace treinta años cambió el flamenco.
Gracias a sus investigaciones, por ejemplo, se sabe que el cajón se originó en el antiguo distrito del Rímac, a unos pasos de la Plaza de Armas limeña, y que se remontan aproximadamente al inicio de la Independencia de Perú, en 1821, en un entorno árido y humilde, falto de madera para fabricarse un tambor al uso, lo que llevó a sus habitantes a sustituirlo por algún mueble viejo con esta forma.
También que hasta los años 30 se empleaba cualquier material en su elaboración y que a partir de los 50 comenzó a extenderse el uso del cedro, una de las maderas nobles que lo vistieron de gala para presentarse al mundo ya en los 80.
El que fuera director del Festival Internacional del Cajón Peruano relató a menudo que De Lucía se quedó prendado en una fiesta en Lima en 1980 de este instrumento y que su entonces percusionista, Rubem Dantas, aprendió algunos ritmos afroperuanos del cajonero Carlos «Caitro» Soto.
A partir de ahí, el cajón peruano se convirtió en un elemento habitual para los flamencos, hasta el punto de que son muchos los que desconocen sus orígenes americanos.
«Lo mejor que le puede pasar a un instrumento musical es que deje de tener una nacionalidad y se convierta en un instrumento universal», repetía Santa Cruz, que presumía de que aquel pariente lejano del cajón cubano hubiese trascendido a otros géneros musicales, de España a Brasil, pasando por Venezuela, Chile, Puerto Rico, Japón, Tailandia, China y Francia.
El amor del musicólogo por este sencillo artefacto le llevó a congregar en 2009 en Lima a 1050 cajoneros, algunos llegados del extranjero, hazaña registrada en el libro Guiness de los Récords como la «cajonada» más multitudinaria de la historia.
Hijo del primer matador de toros negro del mundo, del mismo nombre que él, y sobrino de los estudiosos del folclore afroperuano Victoria Santa Cruz y Nicomedes Santa Cruz, publicó obras como «El cajón afroperuano».
Junto a su hermano Octavio, formó el conjunto Los Hermanos Santa Cruz & Afroperú y publicó cuatro álbumes: «Eribo Maka Maka» (1991), «Sin límites» (1992), «Afroperú» (1995) y «Hermanos Santa Cruz Grandes Éxitos» (2000).