Las consecuencias de la actividad humana sobre el calentamiento atmosférico son bien conocidas, pero un nuevo estudio que acaba de publicar la revista Nature demuestra también el impacto de las temperaturas subterráneas. Científicos de la Universidad Northwestern, en Estados Unidos, describen la amenaza que supone el calentamiento del subsuelo para las ciudades.
El estudio se basa en un análisis del Loop de Chicago, una de las zonas más densamente pobladas de Estados Unidos. Aparcamientos subterráneos, túneles de transporte de mercancías, así como redes subterráneas y tuberías enterradas: los investigadores estudiaron la temperatura de las infraestructuras a distintas profundidades. Según ellos, no cabe duda de que el subsuelo poco profundo se ha calentado entre +0,1 y +2,5 grados por década.
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Consecuencias múltiples
Esto es suficiente para debilitar la estructura de edificios e infraestructuras en ciudades densamente pobladas. En efecto, cuando el calor almacenado por las estructuras se difunde hacia el suelo, ejerce una presión significativa sobre los materiales.
Suficiente, por ejemplo, para provocar grietas o el asentamiento de los cimientos. El riesgo de contaminación de las aguas subterráneas y el aumento del asma son otras consecuencias del calentamiento de los subsuelos.
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Los investigadores han sugerido varias formas de combatir estos problemas, entre ellas capturar el exceso de calor de los edificios y redistribuirlo para calefacción, y desarrollar el aislamiento térmico de los edificios antiguos.
El metro de Pekín amenaza con hundirse
Lenta pero inevitablemente, Pekín se hunde en el suelo. Todos los expertos chinos que se ocupan del tema desde 1935, cuando se lanzaron las primeras advertencias, lo vaticinan. La causa: la sobreexplotación de las aguas subterráneas. Los estudios sugieren que se están bombeando y succionando 120.000 millones de metros cúbicos, lo que la convierte en la mayor fuga de agua subterránea del norte de China, explica nuestro corresponsal en Pekín, Stéphane Lagarde.
A pesar de un ligero descenso de la población de aquí a 2022, la capital china sigue teniendo casi 22 millones de habitantes. Está situada en una zona árida y Pekín tiene mucha sed, ocupando el quinto lugar entre las ciudades más pobres en agua del mundo.
Se ha hecho un esfuerzo: los medios de comunicación estatales aclaman el proyecto «agua del sur en Pekín», que habría elevado el nivel freático más de 10 metros acumulados. Las autoridades también contaban con la reposición natural, pero no es suficiente y la erosión se acelera.
El año pasado, una publicación de la Universidad Tecnológica de Huabei reveló que seis de las 15 líneas de metro de la capital experimentaban deformaciones de más de cinco milímetros al año, y esto es una media, ya que en algunas líneas es más grave. Estos datos no pueden tomarse a la ligera, sobre todo porque el peso de los trenes contribuye a este hundimiento.
Otro estudio sugiere un descenso de 34 centímetros entre 2017 y 2020 para el distrito de Chaoyang Jinshan. El metro es sólo la punta del iceberg: habrá que cambiar nuestros hábitos de transporte, dicen algunos comentaristas.