Sería útil publicar las estadísticas del cambio de combustible de vehículos y generadores eléctricos de gasolina a gas licuado de petróleo (GLP). Es mucho, de seguro, y el cambio ocurre en los últimos meses a ritmo asombroso.
Dos observaciones empíricas lo confirman:
a) La cantidad de personas que hacen turnos en los talleres donde instalan los equipos para el uso de GLP en motores de gasolina, muchos de los cuales operan en plena calle. En Villa Juana, por ejemplo, en la Vigil Díaz, Tunti Cáceres, Peña Batlle y José de Jesús Ravelo, se halla a la mayoría de estos establecimientos. En Santo Domingo Este, en el ensanche Ozama y Los Mina. En Santo Domingo Oeste, en Herrera; en Santo Domingo Norte, en Sabana Perdida. Y así.
b) En las noches se nota un contraste: mientras a las diez las estaciones de gasolina están casi todas cerradas, las de GLP permanecen 24 horas en plena actividad. Al parecer son más los vehículos que queman este último combustible con relación a los que queman gasolina y gasoil. Se sabe que en Santo Domingo y en Santiago casi todos los carros del servicio público usan GLP.
El cambio a GLP parece entonces irreversible. Vehículos de todo tamaño, precio y condición son adaptados al uso de gas.
La razón es la diferencia de precio y el relativo bajo costo del cambio. Además, mientras un galón de gasolina regular cuesta $186.70 el de gas cuesta $69.10, el 37% del precio de la gasolina. La adaptación ronda los $13,000. Cuando termine el subsidio generalizado y el gas quede en su precio de mercado, RD$90.86, aún así será el 48% del de la gasolina.
Ello explica esta conversión y la inversión de cientos de millones de pesos en su distribución y venta.