El cambio de nombre de una calle deja fuera a Constancio de Quirós

El cambio de nombre de una calle deja fuera a Constancio de Quirós

El profesor Constancio Bernaldo de Quirós, a quien los dominicanos deben especial gratitud por sus aportes a la educación superior, el derecho, la ecología, fue despojado de la calle que rendía homenaje a su memoria en el Mirador Norte.

En su lugar se designó la vía con el nombre del reputado escritor Manuel Rueda. Según vecinos del entorno, cuando se produjo el cambio de rótulo, los empleados del Ayuntamiento de Santo Domingo advirtieron la existencia de los anteriores y, sin embargo, los sustituyeron.

En la descendencia del eminente intelectual, probablemente el más ilustre y sobresaliente de los refugiados españoles llegados a la República en 1940, la medida causó gran sorpresa pues el acto de designación en honor de su esclarecido antepasado, celebrado el uno de agosto del 2002, contó con la presencia del presidente del cabildo, Luis José Chávez, y la de un selecto número de juristas y notables ex alumnos del distinguido criminólogo, como Héctor Cabral Ortega, Manuel Bergés hijo, Juan Miguel Castillo Pantaleón, Artagnan Pérez Méndez y Mario Sánchez Córdova.

La trascendental obra de Constancio Bernaldo de Quirós en el campo de la criminología y el derecho penal, y la gran colaboración que brindó a los dominicanos mientras se desempeñaba como catedrático de la Universidad de Santo Domingo en los años 1940 a 1947, motivaron al doctor Wilfredo Mora García, presidente de la Fundación Pensamiento Criminológico Dominicano, y a otros estudiosos del tema, gestionar ante el Ayuntamiento una resolución que dispusiera su nombre a una de las calles capitaleñas. Estas diligencias culminaron denominando Constancio Bernaldo de Quirós la antigua calle 8, que nace en la Prolongación Rómulo Betancourt, casi esquina Canoabo y muere en la B.

Doña Lily Bernaldo de Quirós viuda Cassá, la única hija del eximio intelectual que reside en el país, y Roberto, Constancio y Beatriz Cassá, nietos de quien introdujo en el país el Derecho Penal, declararon: “No sólo resulta descabellado el hecho de haber removido el nombre de nuestro abuelo, de la calle en cuestión, sino que además, entendemos que la memoria del ilustre músico y escritor, Manuel Rueda, debió ser honrada como merecen sus grandes aportes a las artes dominicanas, no desvirtuándolo con un simple cambio de nombre en una calle poco transitada de Santo Domingo”.

Solicitaron encarecidamente al Ayuntamiento del Distrito Nacional reponer el nombre de su pariente y seleccionar una nueva calle “que honre dignamente la memoria de Manuel Rueda”.

En su tierra natal y en México, donde también residió, Constancio Bernaldo de Quirós, precursor del alpinismo en la Madre Patria, ha sido honrado con el recuerdo de su nombre en avenidas, aulas, parques, museos, clubes, fuentes, refugios. Es que cuando vino al país ya era uno de los más reconocidos intelectuales de España, donde se graduó antes de los veinte años de sociólogo y jurisconsulto y donde era el más admirado y respetado penalista y criminólogo. Por eso ya su nombre figuraba en la enciclopedia Espasa Calpe, con todas las referencias de su magistral desempeño profesional.

Llegó aquí junto a su esposa, María Villanueva Angulo, y sus hijos Lily (que entonces contaba dieciséis años de edad), Clara, Julia, Isabel, Juan y Constancio, que partieron con él en 1947 cuando decidió irse a México. Lily, la hija que hoy lo recuerda con devoción, había casado con el abogado José Cassá Logroño.

El destino inicial de la familia fue San Francisco de Macorís. El gobernador local observó que entre los refugiados, uno era “de porte señorial, de avanzada edad y por los gestos y actitudes era venerado por sus compañeros de exilio. Le preguntó su nombre y al expresar que se llamaba Constancio Bernaldo de Quirós, buscaron en la enciclopedia Espasa Calpe y le avisaron al rector Ortega Frier de la presencia del eminente profesor. Fue enviado un vehículo expresamente desde la Capital a recoger al ilustre español. Se le dio trabajo en la Universidad, lo que evidencia que había disposición de aprovechar a los que venían por las fuerzas de las circunstancias a brindarnos conocimiento”, relata Américo Moreta Castillo en la presentación que hace a la biografía del maestro, publicada por su nieto Constancio.

Asilado, en el último viaje del barco La Salle, se alojó temporalmente en la Granja Agrícola Trujillo, de aquella comarca, luego en los altos de la gobernación donde vivía de la ayuda que brindaba el Servicio de Migración de Republicanos Españoles y de las dádivas de muchos francomacorisanos. El doctor Narciso Conde Pausas, abogado residente en la localidad, inició gestiones para su nombramiento como catedrático de criminología y legislación penal comparada en la Universidad de Santo Domingo. Entonces se trasladó a la calle Estrelleta cuarenta y cuatro.

[b]Por el Malecón[/b]

Doña María (Lily) tiene recuerdos de los horrores de la guerra en el campo de concentración de Francia donde debían compartir raciones de bacalao y sardina. Esas remembranzas, la oposición de su padre al régimen de Franco, el amor de don Constancio por la naturaleza, las montañas, los libros, la escritura, están tan patentes como la muy baja estatura de su progenitor y la estancia del afamado educador en esta tierra.

Le visitaba Froilán Tavares, con quien charlaba sobre una pasión común: los gatos. Caminaba por el Malecón e iba a pie a la Universidad, que entonces estaba en la Isabel la Católica. Evoca la celebridad de sus cátedras amenas, elocuentes, que invitaban a escucharlo hasta por quien no fuera estudiante ni abogado. “Papá llegó aquí sin un libro, sin nada, decía sus cátedras de memoria”. Así también introdujo en la República Derecho Penal y Criminología, que entonces se estudiaba del derecho francés. Fue su obsequio más significativo al pueblo dominicano. Aquí dejó además diversos tratados sobre ecología que incorporó Manuel de Jesús Tavares a su libro Alpinismo en la República Dominicana.

El 27 de julio de 1947, don Constancio se marchó a dar cátedra a la Universidad de México. “De Trujillo pensaba que era un dictador malísimo”, asevera doña Lily, y narra que no se resistió a la segunda visita de un personero del trujillato que “muy amable y cortésmente le solicitó ser más moderado en sus cátedras” adelantadas, progresistas, pues no tenía militancia política, pese a su amistad con Pablo Iglesias, fundador del Partido Socialista Obrero Español y con los grandes republicanos.

Don Constancio Bernaldo de Quirós Pérez nació en Madrid el doce de diciembre de 1873, hijo de Juan Bernaldo de Quirós Benito y de Lucila Pérez Martín. Publicó más de veinte obras sobre derecho y otros temas. Trabajó hasta el último instante de su vida. Minutos antes de morir, el once de agosto de 1959, corregía las pruebas de imprenta de su libro El bandolerismo en España y México.

El jurisconsulto y político español Luis Jiménez de Azúa, que lo visitó en el país, escribió de él: “Si hubiese vivido diecinueve centurias antes, estoy seguro que, como tantos hombres y mujeres, campesinos, pescadores, desarrapados y menesterosos, hubiera seguido a Jesús”.

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