El camino de la integración

<p>El camino de la integración</p>

BIENVENIDO ALVAREZ-VEGA
Si, como pretenden algunos, los haitianos son mantenidos al margen de la “civilización dominicana”, será peor para la sociedad. Los haitianos y sus descendientes que están en territorio dominicano deben tener derechos similares al resto de los habitantes de la República Dominicana. En primer lugar, porque su condición humana es suficiente para acceder a los derechos acordados, desde el Derecho de Gente, a todos los hombres y mujeres del mundo. Y en segundo lugar, porque para el mejor desenvolvimiento social es indispensable que este conglomerado se integre a la vida normal del país, con todas sus consecuencias.

Estados Unidos es la nación que tiene, en general, la mejor política inmigratoria del mundo. Es, se dice, una nación de inmigrantes. Sus intelectuales, sus élites económicas y sus líderes políticos no lo esconden. Tampoco se avergüenzan de ese fenómeno. Saben que las olas inmigratorias han hecho aportes extraordinarios en todos los planos de la vida de esa nación. ¿Cuál ha sido la clave de este éxito? Si fuésemos a resumirlo en una sola palabra diríamos que integración.

La realidad de los haitianos en la República Dominicana es, en una palabra, la exclusión. Es esta, me parece, una acción conjunta de la sociedad. Algunos querrán negar esta afirmación, pero creo que está a ojos vistas. Como también está a la vista de todos la exclusión de muchísimos dominicanos que son los grandes perdedores  del sistema político-económico imperante. Para los que favorecen el status quo, es decir, la exclusión de los haitianos, hay que decir que esta situación no resuelve el fenómeno. Todo lo contrario, lo agrava.

Ya pasaron los días cuando los haitianos estaban recluidos en bateyes, junto con dominicanos, con poquísimos servicios públicos, sin ninguna atención estatal. La poca atención que tenían  la brindaban los centrales azucareros. Ahora la mayoría de los haitianos están en las ciudades, donde forman barriadas y núcleos humanos carentes de los imprescindibles servicios públicos. Desde aquí salen a buscar trabajo, principalmente en la industria de la construcción y en la venta de chucherías en las esquinas de las principales avenidas.

Mantener  a estas personas –hombres, mujeres, jóvenes y niños—  sin los servicios básicos de salud, con mala alimentación, analfabetos y sin poder incorporarse de manera plena a la producción y al uso de los valores de la cultura dominicana es una retranca para el desarrollo del país. La mejor estrategia que puede tener el Estado es propiciar las condiciones para que estas personas se integren a la sociedad y lleguen a ser dominicanos de origen o ascendencia haitiana.

¿Evitaría una política así, de integración, que más haitianos lleguen al país, como aspiramos casi todos aquí? Sobre este tema tratará nuestra próxima nota.
bavegado@yahoo.com

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