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“Vale más vivir en un sueño que honre a la humanidad que contemporizar con una realidad bochornosa, de la que incluso nos avergonzamos de ser testigos hastiados, asqueados.” Stefan Zweig.
Todas las generaciones han tenido o tienen como principio fundamental destruir a las demás para poder ser libres, sin tener presente que sería mejor luchar por una comunidad de pensamiento o mejor dicho, por una unión universal del pensamiento, puesto que ya demostrado está que no se entienden los pueblos porque viven aisladas sus juventudes. Si los pueblos no se comprenden porque los individuos viven aislados, es menester que los hombres y mujeres del mundo nos entendamos, para que se logre la unión de los pueblos y de las razas. Es necesario que todas las juventudes se unan, porque las generaciones son el origen de la marcha ascendente hacia un mundo mejor, sin la posibilidad de que esta marcha atrase; es necesario destruir la eterna lucha entre la generación más joven que las anteriores y procurar que no se cree un abismo entre ellas y las precedentes, entre las que podíamos llamar la tercera y la cuarta o la séptima y la octava.
Sabido por todos es, y los hechos que describe la historia lo muestran, que cada generación es injusta con la anterior, parece que cada generación necesita sacrificar a su anterior para poder vivir; extraña pero muy cierta, esta injusticia es, y desgraciados de nosotros que no empezamos por destruir esos que podríamos señalar como únicos programas que en principio han sustentado las juventudes de todas las épocas. Y el origen de todas las luchas se encuentra en algo que podríamos encerrar en un principio: En toda generación existen los que han sido revolucionarios y ahora son conservadores, y luchan contra la nueva juventud como antes lucharon contra sus mayores o mejor dicho contra los viejos.