El candado llega siempre después

El candado llega siempre después

La pésima calidad del servicio de suministro de electricidad tiene mil y una causas. Estructurales unas, sistémicas otras, y unas terceras muy ligadas a los pésimos criterios empresariales de sectores ligados a este servicio. Por esta razón llegan a ocurrir casos dramáticos y lamentables como la muerte por electrocución de Jennifer Rodríguez y Gabriel Herasme, una pareja de jóvenes recién casados sobre cuya vivienda cayó un cable de alta tensión.

Ahora, de manera tardía, se admite que una de las fallas de nuestro sistema eléctrico obedece a la poca y retrasada inversión en mantenimiento  y renovación de líneas de distribución. Quienes explotan el negocio se esfuerzan más por la expansión de redes que por el mantenimiento de aquellas que tienen mucho tiempo sin ser sometidas a adecuación.

Ahora se dice que se acudirá en ayuda de los familiares de la pareja fallecida, cuando lo que corresponde es asumir  la responsabilidad civil por los daños causados. Una autoridad competente debería determinar si la caída de este cable se debió específicamente a mal estado y falta de mantenimiento.

Como se ve, los costos de la electricidad que nos gastamos incluyen sorpresas tan desagradables como la que nos ocupa esta vez. Muestra es de que en muchos aspectos las cosas andan mangas por hombro en ese servicio.

Apoyar el censo es un deber

La planificación del desarrollo de un Estado tiene que comenzar por la cuantificación y clasificación de sus recursos humanos, sus condiciones de vida y preparación, sus carencias y capacidades y todos los factores que definen su potencial para encaminar los planes trazados. Todas estas mediciones se obtienen por medio de un censo que, además de determinar cuántos somos, debe medir todo lo relacionado con el estatus de vida.

Vistas las cosas desde esta óptica es preciso que cada ciudadano se sienta parte del diseño de la estrategia de desarrollo, y la mejor forma de hacerlo es respaldando el Censo Nacional de Población y Vivienda, que comienza hoy y durará seis días.

Cuando los empadronadores debidamente  identificados lleguen a la puerta de cada hogar, es preciso brindarles toda la colaboración que requiera su tarea. Hacerlo es ayudar a planificar el porvenir para nosotros mismos.

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