Tenemos que cambiar.
No podemos seguir así, bajo ninguna circunstancia.
Ya es tiempo de dejar los discursos y poner las manos sobre los hechos.
Cada año mueren más de tres mil dominicanos, hombres y mujeres, en nuestras carreteras, avenidas y calles.
Hay una política de puertas abiertas para importar vehículos, todo tipo de vehículos, mientras las carreteras, las avenidas y las calles siguen del mismo largo y del mismo ancho.
Peor aún, los pocos esfuerzos que se hacen para mejorar las vías de tránsito son anulados por los vehículos parqueados en los carriles de la izquierda y de la derecha.
Construimos metros y el tránsito sigue igual, sin cambios.
Instalamos teleféricos y el tránsito sigue igual, sin cambios.
Después del ajusticiamiento del Tirano se han puesto en ejecución un sinnúmero de planes para mejorar el transporte público, pero todo sigue igual.
El caso de la Capital de la República es doloroso y lamentable. Estamos en un caos que molesta, genera ansiedad, cansa, aburre, estresa y daña los vehículos.
Y, por supuesto, produce muertos y lesionados por montones.
El tránsito nos ha quitado las ganas de vivir en la Capital.
Algo similar ocurre en nuestras grandes ciudades.
No podemos seguir así. Tenemos que cambiar.
Nuestras autoridades tienen que tomar medidas inteligentes, prácticas, ejemplarizadoras para devolverle a la Capital y a nuestras grandes ciudades algo de humanidad y de civilización.
Veamos el caos.
En el Malecón de Santo Domingo, en la avenida Independencia, en la avenida Bolivar, en la avenida 27 de Febrero, en la avenida Kennedy, en la avenida San Martín, en la avenida Duarte, en la avenida Mella, en la avenida Máximo Gómez, en las avenidas Lincoln, en la Winston Churchill y en la Luperón el caos se come la ciudad.
Hay que cambiar, no se puede seguir así.