El caos transparente de Limber Vilorio

El caos transparente de Limber Vilorio

Marianne de Tolentino

No solamente Limber Vilorio forma parte de los artistas que contribuyen a transformar el arte dominicano, a hacerlo más contemporáneo, más comprometido con las problemáticas actuales de la ciudad y una sociedad en busca de (supuestos) culpables de sus males –pensamos en los metafóricos tiburones–, sino que va transformando su propia contemporaneidad.
Lo hace en dos vías: la del proceso creador, de los materiales y de la técnica, la del compromiso ideológico, hoy volcado hacia la naturaleza y el agua en una suerte de paisajismo a veinte mil leguas debajo del mar, si parafraseamos a Julio Verne, y él lo propone con una interpretación ciertamente inhabitual.
Variaciones sobre el agua. Afirmamos que Limber Vilorio reverencia el agua, elemento natural por excelencia, fuerza que crea, renueva, purifica, y que, llevada al arte, contribuyó a las investigaciones estéticas según una tradición secular. Entonces, él, como artista contemporáneo, lo va a hacer de un modo singular.
En cierto sentido, se sitúa también en la onda de Thimo Pimentel y su museo subacuático, en la inmersión de esculturas en la profundidad marina con el objetivo de crear una nueva vida en la superficie de esos sólidos sumergidos e –ipso facto– incidir en el hábitat de las especies. Ahora bien, si hoy Limber Vilorio construye una nueva representación artística, él no interviene en la naturaleza, sino sicológicamente y combinando efectos visuales.
Muy acertadamente, Paula Gómez, curadora y directora de ASR Contemporáneo, expresa en su ensayo –motivador y motivado-: “Limber nos propone entrar en una acción del ámbito de la pura visualidad una conexión para sumergirnos profundamente en estos paisajes subacuáticos imaginados que el artista saca a luz mediante múltiples medios y lenguajes”.
Performance de la seducción. Es que Limber Vilorio es un experimentador insaciable –hasta dentro de una misma temática, jamás satisfecho con un resultado, no porque se autocritica, sino porque quiere ir más allá en su “laboratorio” de sustancias orgánicas y programadas, de espacios no jerarquizados y formas que van flotando y emergiendo, donde la geometría y la casi abstracción (la escisión entre figuración y abstracción aquí pierde pertinencia) construyen lo que el artista llama el “Caos sensible”.
La creación aquí proviene pues de una energía irradiante, de esta interacción entre lo abstracto –sugerente siempre– y lo figurativo. En sus génesis, Limber nos retrotrae a lo que fue el Génesis bíblico…
Limber Vilorio multiplica sus técnicas, materiales y expresiones –tal vez más que nunca–, en pinturas, instalaciones, esculturas, con la minuciosidad, la limpidez y la sofisticación aun, que le son propias.
El agua favorece conceptualmente su “pasión” de las transparencias, de sombras proyectadas por la luz, de esa simbiosis de realidad e ilusión. Las “Superficies sensibles” son mágicas… el contemplador no se cansa de mirarlas una y otra vez.
Las esculturas, reales-maravillosas, ennoblecen la resina de poliéster, desde forma y color a una nueva consistencia y volumetría: los “Icebergs del Caribe” fascinan literalmente. Luego, su título invita a una toma de consciencia del cambio climático y de consecuencias… mucho menos seductoras.
Limber Vilorio ha dedicado meses de investigación, ensayo y realización a una exposición cuya exquisitez nos deslumbra. Definitivamente, en cada período… él nos acostumbra a los más difíciles y atractivos resultados. Un reto permanente.

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