El Caribe es errancia, prietura y son

El Caribe es errancia, prietura y son

Hace años, días antes de morir, en 2018, me trasladé a la ciudad de Santiago de los Caballeros, a visitar el taller del pintor, historiador y crítico de arte Danilo de los Santos, con el propósito de hacerle una entrevista. Acá les dejo el resultado de aquella conversación, que ahora me animo a publicar.

Plinio Chahín: ¿Cuál es el concepto sobre la historia, la crítica y los discursos artísticos en la República Dominicana?

La historia engloba todas las manifestaciones de una sociedad como la dominicana; los discursos artísticos forman una parcela de la cultura. Por consiguiente, desde el mismo momento en que el arte se genera precursoramente y provoca textos “críticos” hay una relación entre los tres aspectos: Historia, Arte y Crítica. Por ejemplo, los artistas precursores (Abelardo, Desangles, Bonilla…), provocaron en su momento opiniones en relación a la crítica. Lo que hay que entender de esas relaciones es la relación de las artes en el contexto de la historia y su evolución en el tiempo.

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PCH: ¿Es la crítica de arte un acto artístico? ¿En cuál medida?

Es una manifestación de análisis, de conocimiento y de ponderación independiente del arte artístico. Cuando un artista como Suro, Peña Defilló o Colson, asume la crítica de arte, se desdoblan de un campo a otro. Ahora bien, la crítica es en cierta manera una creación estética en su análisis, aunque la estética como campo estricto de la belleza es muy cuestionable a la luz de los procesos de las artes. Un ejemplo extraordinario y referencial es Umberto Eco, y sus obras Historia de la Fealdad e Historia de la Belleza. Su argumento de que la belleza es transitoria, la fealdad es permanente.

PCH: ¿Cuáles son los valores artísticos de la crítica y los valores críticos de las artes visuales?

Si todo valor es una calidad, cualidad o significación, debemos distinguir entre los valores de la crítica que en muchos casos es un acto de ponderación ante el hecho artístico y los valores críticos de las artes visuales que emanan conforme a la especificidad de la historia de un país a los campos artísticos y su relación con fenómenos externos. Por ejemplo, el arte dominicano revela un discurso moderno cuando las estructuras nacionales, economía, sociedad, política… comienzan a modernizarse, entiéndase la modernidad contemporánea que se inicia a juicio de algunos teóricos desde finales del siglo XIX, con el postimpresionismo y cuando aparecen las vanguardias históricas (fauvismo, cubismo, dadaísmo). En esa fase el tránsito histórico de las artes dominicanas va, desde la etapa romántica a la etapa moderna que encabezan Colson y Yoryi, entre otros artistas. Pintores románticos como Abelardo y Desangles, viven y producen obras artísticas en la década del 30 y el 40 respectivamente.

PCH: ¿Qué relación hay entre sus obras de artes visuales y su obra crítica?

Mis creaciones artísticas que asumo con conciencia desde la militancia en el grupo Fiordano, las cuales evocaban el nuevo estilo giudiceliano, oponiéndonos a la tradición costumbrista, no a Yoryi Morel. Esa militancia significó promover el arte de otros creadores de importancia y como alguien tenía que escribir o redactar una presentación, tuve que asumirlo sin otra opción.

PCH: ¿Qué papel desempeña el concepto de identidad nacional en su obra crítica y sus obras de artes visuales?

Mi discurso visual se alimenta conscientemente de ingredientes raciales y sincréticos de la identidad nacional. Por ejemplo, el monotema de las Marolas en sus múltiples ciclos el de loases religiosos, los fulanos y los enfoques del paisaje, entre otros asuntos. En mi obra crítica asumo dos posturas: cuando enfrento la obra individual o generacional artística, o cuando busco y encuentro la coordenada del arte nacional, ofreciendo las versiones locales de las escuelas y lenguajes occidentales (modernos)

PCH: ¿Cuáles son los rasgos distintivos de sus principales obras de artes visuales?

Las temáticas conjugadas como imagen en sí misma o adecuada al uso de elementos extra-pictóricos (collages) y a las diversas modalidades en que se desplaza mi discurso, la escultura y la instalación, que necesariamente no responden a las temáticas.

PCH: Si partimos del hecho de que la obra de arte posee sus propios valores, intrínsecos y específicos, ¿puede decirse lo mismo de la crítica de arte?

La obra de arte posee una naturaleza «espiritual» que revela valores intrínsecos y específicos (externos e internos). En comparación con la crítica que conlleva, y que es un discurso intelectual que permite expresar conocimiento a parte de la posición individual respecto al arte. La obra de arte es abierta, la crítica debe ser más abierta y no dogmática.

PCH: ¿Qué influencia tiene el hecho o dato histórico, así como la realidad inmediata y objetiva en sus obras de artes visuales y en su obra crítica?

En un encuentro con el maestro Darío Suro, discurrimos sobre su posición de que el arte monotemático era aburrido y que el no-temático no lo era. Le argumentaba que los artistas que hacen sus obras en áreas cerradas y definen un universo personal como Botero y Granell son inconfundibles frente a los que cambian como las modas o se abren a la tendencia («caso Suro»), pero que ofrecen conscientemente o no, un hilo conductor. Ejemplo universal: Pablo Picasso.

PCH: ¿Qué papel desempeña la cultura afro-antillana en sus obras de artes visuales y en su labor crítica?

Yo me considero un partidario más afro-antillano que caribeñista, que podrían resultar la misma cosa, pero la antillanía es insular y el caribeñismo deviene de la colonización francesa. Por supuesto, entiendo que el Caribe es errancia, prietura y son, como sostiene un literato y esto tiene conexión con la antillanía de la diáspora de doble vía; la que va a otra geografía isleña o procede como la migración cocola desde las islas británicas hasta San Pedro de Macorís, donde emerge una cultura marginal y Nadal Walcott, con su memoria única y visual de ese conglomerado.

PCH: ¿ Existe un archivo artístico dominicano?

Son escasos. Yo poseo un modesto archivo que cubre totalmente el abecedario con carpetas sobre escuelas y manifestaciones. Este es mi caso, no conozco otro. Excepto los fondos en crecimiento del Centro Eduardo León Jimenes. Tal vez en el Archivo General de la Nación, desde la gestión organizativa de Roberto Cassá, se están conformando archivos con donaciones como de la Fundación Corripio (colección Isla Abierta) y con el saneamiento de los archivos fotográficos.

PCH: ¿Cómo la memoria de la pintura dominicana se convierte en una historia de las artes visuales dominicanas?

Se me ofreció la oportunidad de reeditar un libro publicado en 1979, esa oferta ocurrió más de 15 años en adelante, cuando mi auto-formación, mis discursos y mis archivos sobre la materia de las artes dominicanas, me llevaron a plantear y vislumbrar la Memoria de la pintura dominicana sobre la cual honestamente me asombro. Además de que tengo material sobre la historia de la cultura dominicana, sobre la fotografía y sobre las escuelas provinciales. No soy un erudito en la materia, sino un historiador con archivo.

PCH: Como artista multidisciplinario, ¿cuáles son sus preocupaciones estéticas?

Continuar ampliando mi discurso, evadiendo el mimetismo tentador de la preferencia del mercado y tendiendo a una reflexión discursiva de estética, contrario a lo que algunos críticos llaman, la desintegración de las formas artísticas, formas líquidas o arte gaseoso. Yo puedo producir una obra efímera como la instalación que yo considero, no un arte de vanguardia, sino de extrema contemporaneidad.

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