El carisma no es suficiente

El carisma no es suficiente

Un análisis breve de la situación que ha atravesado el presidente norteamericano Barack Obama con lo que él mismo definió como una “paliza electoral”, me obliga a reflexionar sobre la principal característica exhibida por este líder político: su carisma. Esta palabra, que por siglos ha sido utilizada para definir el perfil de grandes seres humanos que han alcanzado posiciones importantes en las sociedades que les ha tocado accionar, tiene varias acepciones: una de connotación religiosa y se origina en la teología paulina estableciendo en su carta a los efesios que “por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.

 La palabra carisma utilizada por San Pablo en este episodio bíblico se refiere a un regalo inmerecido de Dios para la raza humana que viva conforme las enseñanzas de Jesús.

Ahora bien, este término también es aplicado para describir la habilidad que ciertas personas poseen para encantar o agradar a los demás en determinadas situaciones.

Es pues a esta significación de carisma a la que me refiero al encabezar el artículo con “El carisma no es suficiente”.

 Si bien es cierto que ayuda a los candidatos políticos a penetrar en el electorado y conquistarlo, no es menos cierto que debe estar acompañado de cualidades que permitan que la aceptación sea sostenible en el tiempo.

No debe ser tan solo una chispa que encienda el fuego de las pasiones nacionales, sino caminar junto a proyectos y propuestas realizables, tendientes a solucionar problemas reales de aquellos que en momentos determinados fueron encantados por el carisma.

La “paliza electoral” sufrida por el presidente Obama, es una clara señal de que el efecto negativo que genera la falta de  solución de los principales problemas de una nación, es mayor que el beneficio político producido por el carisma de su liderazgo. 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas