El carnaval

El carnaval

La celebración del carnaval siempre estuvo asociada a las fiestas patrias más importantes: 27 de Febrero, Independencia Nacional; 16 de Agosto, Restauración de la Independencia.
Todavía décadas atrás, se mantenía la tradición. Los días previos al 27 de Febrero improvisadas comparsas creadas por la imaginación popular, alegraban los pueblos con sus bailes, cantos y la riqueza y colorido de sus disfraces.
Para el Día de la Independencia vendría la celebración mayor. Los desfiles de diablos cojuelos, tradición que viene de los tiempos anteriores a la picaresca española, se producían sin cesar y de manera espontánea
En ocasiones eran grupos que se combinaban, en otras oportunidades los diablos más famosos, demostraban la velocidad de sus piernas perseguían a los chiquillos que nos divertíamos intentando escapar del golpe de una vejiga de res inflada, cuyo impacto producía un ligero escozor, una ligera comezón.
Los diablos cojuelos, con su vestido multicolor, adornado por pequeños espejos y por cascabeles anunciaban la llegada de uno o de un grupo. Nadie esperaba el silbato del inicio de la carrera que ponía el corazón en la boca de los niños. Nunca ningún pequeño fue lesionado por el vejigazo de un enmascarado.
Las caretas eran confeccionadas con una suerte de “papier maché”, técnica que se transmitió por generaciones. Aunque el carnaval en su origen europeo está relacionado con la celebración de la Cuaresma, de la iglesia católica, aquí nunca se tomó en cuenta la fecha de tan importante fiesta religiosa para fijar la fecha del carnaval.
El pueblo, con su carnaval, manifestaba, y de qué manera más ruidosa y alegre, el triunfo de la libertad, de la independencia nacional, del autogobierno, sobre el extranjero que lo oprimía. Se celebraba la ruptura de las cadenas que lo mantenían preso de ideas, principios, formas de gobierno que no se compadecían con la realidad nacional. Ese era el motivo real de la celebración del carnaval dominicano.
En los salones de la alta sociedad de entonces, la fiesta tenía otras características. En aquellas fiestas de disfraces, se copiaban personajes y modelos de caretas provenientes, entre otros, del carnaval de Venecia, célebre por el lujo de sus disfraces. Aquí era más humilde, pero no menos bullicioso y alegre.
Nada tenía que ver la explosión de alegría por las gestas patrias, con la cuaresma, tiempo en el cual se restringe el consumo de carne y se observan otras reglas, hasta la culminación con la gran conmemoración con la que se celebra el Día de la Resurrección del Señor Jesucristo.
Como parte de la desnacionalización, el carnaval ha sido distorsionado y ha perdido parte de su esencia popular de celebración bulliciosa y espontánea.
La alegría popular ha sido desvirtuada. ¿Serán cosas del tiempo, o desgano por celebrar la Patria?

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