El Carnaval es la fiesta mayor del Caribe: todos los pueblos de la región lo celebran, embriagados por una misma alegría, con modalidades y hasta fechas diferentes. El Carnaval dominicano sin embargo, de origen cristiano, se sitúa en Cuaresma, y varias islas antillanas tienen dos a tres carnavales al año. Es una fiesta entregada al baile, música, máscaras, libaciones, la gente se divierte y olvida las desventuras o simplemente la rutina diaria.
Más allá de estos propósitos evidentes, preparaciones y jornadas carnavalescas, son símbolo y expresión de la identidad local y de herencia cultural, sin olvidar el atractivo turístico inmenso que representan. Hay asociaciones nacionales e intercaribeñas permanentes, muy serias y dinámicas, con sus publicaciones y sus presupuestos. Las festividades dan lugar a una creatividad popular desbordante, donde el legado ancestral predomina en gestos y atuendos, ritmos y ritos, donde la imaginación también se renueva y se desboca.
[b]Carnaval y arte[/b]
Arte y carnaval se entrelazan, y Casa de Teatro, cálido hogar del arte, la cultura y la amistad, desde sus inicios ha tenido el Carnaval como una de sus actividades mayores y pluridisciplinarias, donde grupos e individuos se confunden. ¿No sería Freddy Ginebra, entre sus múltiples personalidades, una especie de Rey Momo del Carnaval Dominicano en Casa de Teatro? En la programación, el entusiasta animador y su equipo han dedicado una importancia especial a la presentación de ambientes, disfraces, personajes, interpretados por los artistas visuales. Anualmente, una exposición, casi siempre distinta en ideas y participantes, ofrece sus versiones del Carnaval, sobre todo en la pintura, el dibujo y la fotografía, pero también en categorías mixtas como la instalación.
Este año, el énfasis se ha puesto en la pintura joven, muy joven aun. El curador de la muestra es Fermín Ceballos, un artista de la generación Tercer Milenio, precoz, brillante y preocupado. Él expresó que los artistas han trabajado mucho y tratado el tema desde una óptica muy personal, motivada por el carnaval, utilizando la pintura y el collage. Nos han impresionado este sentido de la responsabilidad, el espíritu de apertura y el altruismo manifestado a los colegas.
Ello nos recuerda que Peter Minshall, oriundo de Trinidad, el más famoso inventor de trajes y composiciones carnavalescas en el mundo, ha calificado al Carnaval como un festival de la vida y precursor de todas las artes. Ese ancestro así lo llama también Minshall une a todas las generaciones en el goce y la alegría. Gracias a la selección hecha por Fermín Ceballos y sus directivas, vemos cómo esa celebración ha inspirado a vocaciones nuevísimas de la plástica dominicana: éstas exponen en Casa de Teatro sus metáforas o, si lo preferimos, sus máscaras y otro Yo vueltos pintura y técnicas mixtas.
Los artistas invitados fueron diez: Iris Pérez, Luisa Dueñas, Annie Concepción, Carlos Andújar, José Pelletier, Lina Aybar, Venus, Evelyn Lima, Thelma Leonor y Fermín Ceballos.
Por primera vez hay una mayoría de artistas mujeres. Es un verdadero acontecimiento en un país donde las profesionales de la pintura no llegan al 20% de sus colegas masculinos. Nos alegramos infinitamente: esta selección pone fin a toda opinión discriminatoria, y es una razón más para que se felicite al curador.
Si conocemos y apreciamos a varios de los expositores y expositoras (gramaticalmente prima el masculino) de Casa de Teatro, otros son artistas noveles, a quienes descubrimos y seguiremos con mucho interés. Una de las virtudes del arte consiste en el surgimiento continuo e incontenible de valores. El fenómeno, que se ha acentuado a partir de la década del 80, se produce en Santo Domingo como en el Caribe y el mundo, cuales sean las circunstancias y las crisis. Es más, en medio de las dificultades que atraviesa nuestro país, observamos una recrudescencia de las actividades artísticas y de las iniciativas.
[b]Participaciones y participantes[/b]
Existe una aprehensión concerniente a las exposiciones sobre el tema del Carnaval. Con bastante frecuencia encontramos estampas más o menos descriptivas del ambiente y sus protagonistas, con una aplicación no siempre original de expresiones conocidas. Aquí, en todas las participaciones, hay una propuesta. El artista ha ofrecido su Carnaval o una visión muy propia. El aspecto conceptual es evidente, los personajes se crean o se recrean, los lenguajes trascienden la reproducción. Hasta el punto de que, como se ha logrado en el desfile de Trinidad con Cuadros de Artistas, los jóvenes creadores podrían tener, en el Carnaval público y callejero, una sección de pinturas o esculturas danzantes, combinación de performance y obras plásticas.
Fermín Ceballos hubiera podido causar sorpresa con sus tres objetos reales y símbolos del diablo cojuelo, sobre terciopelo negro, a manera de instalación de pared, pero el estado de experimentación permanente, que caracteriza al artista, permitía esperar esta excelente idea.
Annie Concepción recreó el roba la gallina, de un modo expresionista y rebosante de humor, colgando cintas que complementaban perfectamente el cuadro y provocaban al espectador.
Luisa Dueñas es otra artista a tomar en cuenta. Su transmutación neo abstracta, vertical, ritmada del Carnaval, mediante un ensamblaje cosido, combina lo real imaginario y una resonancia constructivista.
Evelyn Lima trabaja con inteligencia y un estilo muy personal, fiel al soporte de papel de periódico y a su signografía, que consigue expresar sin figurar. ¡Dos desfiles de carnaval que se ven, se mueven y se oyen!
Lina Aybar sin querer diseñó un tríptico propuesta de patrocinio lástima que no fuera un concurso organizado por la firma. La segunda obra, un traje transparente de plástico, la sitúa como ingeniosa e investigadora.
Iris Pérez ha creado su tipología de niñas y mujeres, que maneja muy bien el dibujo, con soltura y eficiencia crecientes. Sólo que nos hubiera encantado encontrar uno de sus personajes tridimensionales en su silla alta, vejigas en mano y máscara en rostro.
José Pelletier es un expresionista muy interesante con sus fondos atmósferas oscuros, sus máscaras calaveras buey, y una impactante composición, de proporción óptima entre espacio y figura.
Thelma Leonor prefiere de personajes a los muros, esos elementos urbanos tristes, tal vez después del Carnaval, que no borra la pobreza ni el desgaste. Hace tiempo que ella se destaca entre sus pares generacionales.
Carlos Andújar Regalado, que probablemente conoce la abstracción geométrica norteamericana, la sensibiliza. Hace vibrar partículas cromáticas, obteniendo efectos ópticos.
De la misteriosa Venus quisiéramos conocer algo más. Entre las exposiciones de Casa de Teatro motivadas por el Carnaval dominicano que hemos podido apreciar, ésta que por cierto se titula Carnavalesca es una de las mejores.