“Para un amante ya no hay amigos”.
Stendhal
A nivel popular, la palabra “amante” se refiere a alguien que sostiene una pareja clandestina, no reconocida socialmente, y que desarrolla su relación dentro de un pequeño grupo de cómplices y escasos familiares. Los precios de este tipo de relación siempre son muy elevados, y en muchas ocasiones dolorosos. Para mí, el mayor costo de ser una amante es la esterilización del crecimiento personal.
Hace muchos años, una clienta que estimo mucho se inscribió en uno de mis talleres de arquetipos. Además de hermosa, esta mujer es inteligente, intuitiva, chistosa, refinada, sensible y artística. Estaba muy entusiasmada, pero sólo llegó a la tercera de las doce lecciones que incluía el programa.
La razón que me dió fue que su amante estaba inquieto, porque ella se había negado a encontrarse con él, un día que teníamos una clase. Me impactó tanto que escogiera retirarse por esa razón, que generó en mí la inquietud de compartir su historia.
Analicé otros casos, y me dí cuenta que las clientas que estaban en una relación de amantes, asistían a mis charlas y a las actividades de un día, pero desestimaban las propuestas que las comprometieran más allá de un par de horas. Recuerdo que pensé: “castrar el crecimiento personal es un precio muy caro que pagan las amantes”.
La semana pasada, una seguidora de Facebook me pidió que abordara este tema. A partir de prometerle que lo haría, en un mismo día escuché la palabra “amante” al menos una docena de veces, en canciones, series de televisión y conversaciones.
El escritor francés Honoré de Balzac decía que es más fácil quedar bien como amante que como esposo(a), porque es más fácil ser oportuno e ingenioso de vez en cuando que todos los días.
Si bien es cierto que el arquetipo del amante no distingue géneros, cuando se trata de un y éste elige continuar con su vida, suele gozar de la comprensión de la mujer. En las dos décadas que tengo en psicoterapia, sólo tengo dos casos importantes de hombres que sufrieron profundamente el ser “amantes” de mujeres casadas.
Cuando la amante es mujer, el hombre suele “comprarle” su tiempo para que esté disponible cuando él lo requiera. Adicionalmente, las mujeres somos más intensas y solemos volcarnos en la relación. Dejamos de hacer cosas que nos gustan y de frecuentar a la gente con la que tenemos intereses comunes, por si acaso tenemos el “chance” de ver al amado.
Poco a poco, nos vamos aislando y desconectando hasta de nosotras mismas. ¿No te parece un precio muy caro? Por otro lado, como las mujeres son más dadas a buscar recursos de desarrollo personal, tengo la experiencia de más casos.
Etimológicamente, la palabra amante se refiere a la persona que ama y viene del latín “amans”, participio presente del verbo “amare” (amar). El vocablo amante se vincula con la voz infantil “amma” que se utiliza para llamar a la madre. ¿No te parece curiosa la relación existente entre amante, madre y amor?
Hace una década, las terapias sistémicas me dieron la respuesta; las amantes suelen ser “niñas de papi” que no tienen energía femenina, ya que se han separado de la madre. Aunque muchas veces, son mujeres coquetas que utilizan sus atributos para seducir, la energía de la madre no está presente para ellas.
Con frecuencia, sobrecompensan la pérdida de lo femenino en ellas convirtiéndose en “súpermujeres”. El rostro dulce, atractivo, o de “mosquita muerta”, desvía la atención de sus manos de hierro. Suelen ser posesivas, controladoras y celosas. Son autosuficientes en casi todos sus asuntos.
Decía Honoré de Balzac que ante una crisis personal el corazón se rompe o se curte. Las hijas de papi no saben dejarse proteger o cuidar. Como van por la vida desde lo masculino, gastan mucha energía “luchando” por sus logros. Estas mujeres atraen novios, esposos, compañeros o amantes seductores, que tienen la energía femenina que ellas no tienen o perdieron. Las hijas de papi se expresan en dos modalidades:
1.La mujer fuerte: esta categoría suele actuar como “madre” de la pareja. Atrae hombres inmaduros, inseguros, impulsivos e infieles a los que ellas “ayudan” a crecer. En la relación, ellas ocupan el lugar de su hombre. Para lograrlo se preparan intelectualmente y son las que llevan la dirección de las ambiciones y metas familiares.
2.La mujer-niña: en este grupo están las mujeres inmaduras, centradas en sí mismas, caprichosas, excesivamente soñadoras y superficiales en muchos sentidos. Atraen hombres casados, comprometidos, ausentes o no-disponibles, que las consienten, miman y las tratan como “princesas”, “reinas”, “condesas” o “bellezas”, pero no las acompañan en su vida cotidiana. ¿Recuerdas aMarilyn Monroe ronroneando “Happy Birthday Mr. President” al embobado presidente de USA?
Algunas mujeres, en diferentes etapas de sus vidas viven ambas versiones. Los dos grupos de mujeres tienen como desafío de crecimiento el compromiso, primero con ellas mismas -y su propio amor-, y luego con los demás.
El escritor italiano Federico Moccia dijo: “Y cuando menos te lo esperas, cuando crees que todo va por el mal camino, que tu vida programada hasta el último detalle se va a pique, de repente ocurre lo imprevisto…”. Las hijas de papi vivenmomentos de complejidad personal muy intensos. Al tener que renunciar a alguien y percibirse tan cansadas y solas, tienen la oportunidad de tomar plena conciencia de sí mismas y de sus auténticas necesidades.
El camino del crecimiento personal requiere ciertas maneras de ser como son la autenticidad, constancia, integridad, honestidad y coherencia. Sostener un compromiso cuando alguno de estos aspectos falta es más que improbable. Sin compromiso no hay prosperidad. La traición a nosotros mismos nos debilita y desvaloriza. Si los cimientos de la relación se tambalean porque uno (o los dos) está comprometido con seguir creciendo, deberíamos darnos cuenta que esa relación sale muy cara. En realidad, un “Amante” es una persona que ama. El amor sana, reúne, crea, dignifica y brinda alegría. Todo lo demás es falso.