El carrusel de las parturientas haitianas

El carrusel de las parturientas haitianas

Como un carrusel fronterizo puede calificarse la avalancha de mujeres parturientas haitianas que vienen a dar a luz a territorio dominicano, inundando los hospitales de maternidad de las ciudades, muchas veces, ocupando camas destinadas a puérperas dominicanas que muchas veces se ven obligadas a compartir su lecho con una extranjera con costumbres extrañas y, lo peor del caso, con una lengua desconocida para ellas.
La voz de alerta emitida por el presidente de la Junta Central Electoral, doctor Julio César Castaños Guzmán, en lo relativo a convertir nuestro país en un paridero de Haití, a la vez de señalar que esta acción puede constituir una “invasión pacífica” del país. Lo objetable de esta acción es que nuestras autoridades militares están al tanto de la “mafia dominico-haitiana”, que se dedica a estas labores fraudulentas, causándole gastos extraordinarios a nuestros centros de salud y graves inconvenientes a las autoridades, ya que al parecer, organismos internacionales como la UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Niñez), pretenden que sea Dominicana que se haga cargo del problema ajeno.
En el pasado, tuvimos la oportunidad de construirle un hospital maternidad en la frontera haitiana, cuando el presidente Leonel Fernández Reyna, inconsultamente construyó una Universidad en La Limonade, a la cual las autoridades haitianas pusieron el nombre de Henri Christophe, en lugar de Profesor Juan Bosch como él había propuesto. En ese dislate, el Gobierno Dominicano gastó de su presupuesto, la no deleznable suma de US$30 millones de dólares. Si se hubiese construido con ese dinero una maternidad, el país se hubiese ahorrado millones de pesos en atenciones médicas y sobre todo, detener el tráfico de personas indocumentadas que luego pretenden quedarse en el país. Es dable comentar que la universidad, por haber sido construida en territorio alejado de la población permanece cerrada, o destinada a otros fines que los estudiantiles.
Es necesario que en el país se retome la idea de construir dos hospitales materno-infantiles en las ciudades fronterizas más emblemáticas: Juana Méndez y Veladero. Para lograr este fin, es necesario acudir a organizaciones internacionales y también al sector privado de nuestro país, el cual ha estado siempre dispuesto a contribuir para estos fines altruistas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) debiera establecer un programa de control de la natalidad en Haití, ya que con un exiguo territorio de 27,750 Km2, tiene una población similar a la nuestra. Mientras en nuestro país una familia se compone de 4 o 5 unidades; en Haití, la misma va desde 8 hasta 10. Esto explica porqué ese país tiene ese alto grado de hacinamiento, y debido a esta densidad, tiene que buscar una válvula de escape y la misma es la República Dominicana.
Si las parturientas haitianas se concentraran en su territorio, nos economizaríamos tener que asentar en los libros de Extranjería los infantes nacidos en Dominicana, los cuales, debido al jus soli y la indecisa legislación nuestra sobre quienes son dominicanos después de promulgada la Sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional.
Los estados caribeños del CARICOM por otro lado, nos acusan de racistas y de anti haitianos. Sin embargo, cuando se presenta la ocasión de recibir inmigrantes haitianos ilegales, recurren de inmediato a su deportación, sin que los organismos que monitorean esas acciones, le apliquen sanciones como nos las quieren imponer a nosotros. Es hora de tomar decisiones drásticas aunque sean las mismas criticadas por países que han aportado menos, con mayores recursos económicos a la estabilización de Haití. Démosle por respuesta, la canción mexicana “Que murmuren” y de paso nos hacemos los chivos locos, completando con el merengue: los que vienen atrás que arreen.

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