El caso de Berlín

El caso de Berlín

Al parecer, por su cercanía geográfica o acogida que da Europa a inmigrantes árabes, en este continente caen, de vez en cuando, chispas de los conflictos que desangran Medio Oriente. Siria, Libia, Irak, Afganistán son “asaderos continuos” –y me perdonan- con decenas de muertes diarias que las crónicas recogen en notas breves. Los pueblos citados arriba actualmente batallan con un esperpento llamado Estado Islámico, que bajo el liderazgo de un tal Abu Bakr al Bagdadi, busca crear un califato con Irak y Siria. Una chispa de estos conflictos cruzó esta semana el Mediterráneo y en Berlín, Alemania, dejó 12 muertos y 50 heridos. Fanatismo y terror acechan Europa.
Sangre en Europa.- Entre los últimos atentados en Europa se pueden citar las 10 explosiones en cadena contra trenes españoles en marzo de 2004 que dejaron 191 muertos. En julio de 2005 tres bombas dejaron 56 muertos en Londres. En el atentado de Bulgaria de julio de 2012 murieron 9 personas, 7 de ellos turistas israelíes. En enero de 2015 fue el asalto al semanario “Charlie Hebdo” en París en donde murieron 12 personas. Y en noviembre de ese mismo año atentados sincronizados dejaron 130 muertos en París. En Bruselas el terror llegó en marzo pasado cuando dos atentados contra un aeropuerto y el metro dejaron 32 víctimas fatales. Y el caso que aún muchos tienen en la memoria fue cuando en julio pasado el tunecino Mohamed Lahouaiej Bouhlet mató con un camión 84 personas en Niza, Francia. Al Qaeda y el Estado Islámico asumieron estas acciones terroristas.
Sobre Rusia y Turquía.- El asesinato del embajador ruso en Ankara, Turquía, Andrei Karlov, a mano de un joven policía turco –caso bajo investigación por ambos países- sin duda alguna busca agrietar la frágil reconciliación rusa-turca. Pues, aunque sus relaciones fueron muy afectadas por la implicación de Rusia en Siria y su defensa del gobierno de Bashar al Asad, por el derribo por parte de Turquía de un avión ruso, por la muerte de un piloto ruso, y otros choques, ya últimamente los presidentes Vladimir Putin, de Rusia, y el turco Recep Tayyip Erdogan, habían suavizado el tono. Y al parecer, la muerte del diplomático busca “aguar” el acercamiento.

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