El caso de El Ranger

El caso de El Ranger

En el caso de mi familia, en dos ocasiones mi Miriam ha sido cartereada. Se dice que todas las familias del país tienen por lo menos un miembro que ha sido asaltado u objeto de violencia callejera.
La escalada de la violencia, el arrojo y la audacia de delincuentes infantiles, juveniles y adultos jóvenes es uno de los pocos éxitos de los que se puede ufanar el gobierno, a juzgar por el ningún avance en la erradicación de los crecientes actos de terrorismo que ocurren día a día.
La única solución ejecutada por autoridad alguna, es la acción aislada de policías que enfrentan a tiros a los asaltantes. Los agentes víctima no son sabroseados y destacados cuando son las víctimas de los enfrentamientos.
Es en el contexto de la violencia desatada en todo el país como debemos ver la acción permanente, los constantes casos de violaciones a las leyes por parte de maleantes cuya misión es robar, asaltar, violar, matar, sin ningún espejo moral donde se vean antes y después de cometer sus crímenes.
La violencia y la delincuencia forman parte de un submundo cuyas leyes no obedecen a ningún código de conducta aceptado por la gente del común que estudia, trabaja si tiene dónde, que busca mejorar su condición de vida, sin que la generosidad de la sociedad se manifieste para contribuir a sacar a esa gente del hoyo pleno de dificultades, que enfrentan permanentemente.
Mientras el submundo de las drogas, del contrabando, del lavado de activos continúe escalando peldaños entre importantes dirigentes políticos, en el campo militar, con coroneles y generales involucrados, la inseguridad ciudadana crece como la verdolaga, como la mala yerba sin que parezca tener fin ni fuerza que la detenga, que la combata hasta disminuirla y hacerla desaparecer.
En un país donde los referentes morales son débiles y parecen estar en declive, en un país donde la perversión ha llevado a políticos a comprar conciencias, a personas, para que acepten participar en la dictablanda que nos gobierna, en un país donde la administración de las leyes está en manos de gente que obedece a mandatos políticos, desacreditando la justicia, resulta difícil que haya calidad moral y conciencia ética como para condenar, pura y simple, al general (x) José del Carmen Ramírez Guerrero (El Ranger), por haber disparado contra un detenido que le había propinado un golpe para robarle su pistola de reglamento, es en ese contexto del desgraciado acontecer nacional donde actuó el exmilitar, sin que ello implique solidaridad con su acción.
Si no hay confianza en el gobierno, si no hay confianza en la justicia el caso de Ramírez Guerrero merece ser objeto de un estudio que abarque el total de la sociedad. No es tan fácil.

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