El caso Milton Peláez

El caso Milton Peláez

WILFREDO MORA
El caso Milton Peláez suscita gran interés también para los científicos forenses, quienes trabajan fundamentalmente en la explicación del mecanismo de toda muerte violenta. No hay que olvidar que los médicos forenses tienen el poder de despejar el misterio sobre la verificación de la causa de una muerte legal o sobre la manera jurídica del deceso. Son los científicos del Inacif (2004), de quienes nadie ha sugerido una opinión experta, y cuyas autoridades son desconocidas y parecen estar temerosas de hacer noticia los casos importantes para la ciudadanía, dando la cara y fijando su posición.

Se trata de un caso simple, desde el punto de vista medicolegal, dado que tiende de inmediato a un extremo, y no deja ni uno solo de sus elementos fuera, lo que quiere decir que individualiza claramente al inculpado y a la víctima. De ese trance que ha sido el crimen, los abogados tienen la urgencia de formar rápidamente las hipótesis delictivas de lo que realmente ha sucedido. Un disparo puede ser homicidio involuntario (accidente), dos definitivamente es asesinato. La sociedad de inmediato se va a identificar con la víctima, pero el investigador lo hará con el inculpado, si es que quiere reconstruir retrospectivamente los detalles de la realidad de los hechos. No olvidemos que la medicina legal se la ha llamada con razón «ciencia del detalle!.

La investigación de los forenses es importante, porque de la formulación de las hipótesis delictivas, puede saberse si el hecho fue premeditado o no; así como los supuestos razonados sobre la forma en que se cometió el hecho. Nunca hay que acoger una sola teoría, sino varias, ya que su manejo es lo que permite al fiscal generar la estrategia que va a usar en el juicio.

En relación a la escena del crimen, cuando el médico forense llega al lugar de los hechos ha transcurrido un lapso de tiempo relativamente corto; su encuentro con la víctima constituye la primera fuente de información para poder cumplir con los objetivos de la investigación criminal. En este caso, la escena principal no fue el lugar donde se hizo el levantamiento, sino que fue trasladado a otra escena. Gran valor tiene para el caso el hecho de que al retirarse el perito forme la copia de las evidencias encontradas, las cuales al ser examinadas constituyen las posibles fuentes de las huellas alrededor del cadáver. A la escena del crimen se la llama con razón «la reina de las pruebas». En ella se encuentra el cadáver, las otras pruebas materiales, las circunstancias de modo que tienen relación directa con el hecho.

El cadáver en sí es una prueba de convicción que motiva dos operaciones medicolegales: la investigación en la escena de la muerte y la autopsia medicolegal. Lo cual significa que el médico frente a una escena debe de trabajar en etapas: A veces es necesario que el forense vuelva a la escena, después de haber realizado la autopsia.

La escena del crimen constituye el más importante de los procedimientos generales de investigación de que se valen las ciencias forenses para «obtener, preservar y valorar las pruebas».

Pero, gran sorpresa para todos nosotros, al enterarnos en un medio escrito de la entrega a las hijas del occiso, en compañía de uno de sus abogados, de las evidencias que se ocuparon en la escena del crimen (nos referimos a los objetos que tenía su pariente al momento de su trágico deceso: RD$369,000, lentes, un reloj, un bulto y medicamentos propiedad de su progenitor, el vehículo Lexus 2004, T-shirt y un celular ensangrentado). Y eso puede ser un problema para la investigación.

Existe un principio central de la investigación criminal, que en boca del maestro Edmundo Locard, nos dice que «el tiempo es la verdad que huye»: es, en este caso, el principio formalístico para poder diferenciar si se ha tratado de un accidente o de un homicidio. Si este suceso hubiera ocurrido en su época, él (Locard) para probar que el arma había sido disparada a quemarropa, tal como se ha establecido, de seguro haría una demostración ejemplarizante: repetiría el mismo tipo de disparo en las extremidades posteriores de un cerdo, y compararía que los efectos balísticos, en relación al primer disparo, serían los mismos. Con esta prueba en manos, los investigadores tienen una oportunidad de persuadir al imputado, para que confiese. Pero hay que tener una precaución aun mayor, la confesión debe ser muchas veces obtenida a través de otra persona; en este caso de la esposa del imputado, a quien se puede convencer de que hecho ha sido vertebrado en sus detalles, y se le pide que trate con el cónyuge imputado. Pero esto no significa que la investigación forense siempre ha de favorecer al Ministerio Público, a los abogados de la familia de la víctima, al del inculpado (que parecen no tener una defensa definida todavía), pues, hay que tener en cuenta las peculiaridades psicológicas de la víctima (la figura de la provocación), el hecho de que la muerte ocurrió en la casa del imputado (la premeditación y la intención), y otros hechos que van a complicar el caso, pero eso es asunto de los abogados que a partir de aquí tienen que preparar el caso.

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