Contrario a otros casos como el de los Super Tucanos, el CEA, la OISOE, Sun Land y otros 50 más de corrupción administrativa, el escándalo de los admitidos sobornos por 92 millones de dólares de la Odebrecht, seguirá creciendo como una burbuja que entre más tiempo se tome, mayor será su explosión.
Esto así, porque la ciudadanía consciente de que la corrupción y la impunidad han llegado a un punto insoportable en nuestro país, tiene la oportunidad de sacudirse de la ignominia de que una cúpula política y empresarial se siga apoderando de los recursos del pueblo.
Ese grupito de malhechores se apropiaron de aproximadamente 5 mil millones de pesos solo en los casos de los Super Tucanos y la Odebrecht, dinero que hace falta para la salud, la educación y mejora salarial de los servidores del Estado que reciben salarios de miseria.
La presión del pueblo, a través del Movimiento Verde, de la oposición y las instituciones y personalidades más representivas de la sociedad civil, tiene que mantenerse firme para que los corruptos de siempre no se salgan con la suya.
La rigurosa seguridad establecida alrededor de la Procuraduría General de la República, debe concentrarse en proteger las oficinas donde se encuentra el legajo de documentos remitidos por la justicia de Brasil, a fin de que estos valiosos papeles no sufran algún “accidente”.
Pese al clamor popular, no se debe festinar ni violentar el proceso de traducción y cotejo necesarios para la instrumentalización de los expedientes contra los implicados en los sobornos, pero el pueblo debe mantenerse firme y vigilante para que, como en otras ocasiones, no se juegue al olvido.