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Antes de que en la Argentina se produjera el estallido de la Universidad de Córdoba de 1918, en las universidades latinoamericanas pervivían las ideas oscurantistas coloniales y las estructuras académicas del modelo napoleónico, estando todas muy lejos de responder a los anhelos de progreso de la mayoría de los ciudadanos de esos países.
La Reforma Universitaria de Córdoba fue el primer cotejo importante entre una sociedad que comenzaba a experimentar cambios en su composición interna y una Vieja Casa de Estudios enquistada en esquemas obsoletos. Dicho Movimiento habría de imprimir a las Altas Casas de Estudios latinoamericanas la fisionomía que durante casi un siglo ha venido singularizándolas como un modelo especial en el mundo de la educación superior. El Movimiento originado en Córdoba fue extendiéndose consecutivamente a lo largo y lo ancho del continente americano. La clase media fue la protagonista principal de ese acontecer en sus afanes por lograr la apertura de una Alta Casa de Estudios controlada entonces por la vieja oligarquía. De ahí que dicho Movimiento, surgido en una obscura ciudad mediterránea, propugnara por derribar los muros anacrónicos que hacían de esa Alta Casa de Estudios y de las del Continente un coto cerrado de las clases privilegiadas. Tal y como nos lo refiere Carlos Tünnermann en su obra “La Educación Superior en el Umbral del Siglo XXI” dedicada al análisis de las raíces sociológicas y políticas que originaron y nutrieron el Movimiento de Córdoba, “la llegada del radicalismo al poder en 1916 en La Argentina, mediante el ejercicio del sufragio universal, representó el ascenso político de las capas medias, vigorizada por el torrente emigratorio”. Todo esto contribuyó a dar a la Reforma Universitaria de Córdoba un marcado sesgo político y que la misma lograra propagarse en unas cuantas décadas a lo largo y ancho del continente americano.
Hasta aquí llegaron los vientos de Córdoba. En efecto, durante el régimen de Horacio Vásquez, los estudiantes universitarios fundaron una agrupación estudiantil llamada Asociación Nacional de Estudiantes Universitarios. Entre los objetivos de dicha organización figuraba la realización de una reforma universitaria a tono con el Movimiento de Córdoba de Córdoba de 1918. Pero, fue después del ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo que ese y otros objetivos pudieron alcanzarse. Las movilizaciones sociales en reclamo de derechos y libertades públicas que se produjeron aquí inmediatamente después del ajusticiamiento del tirano dieron lugar a la conformación de un movimiento universitario de tendencia democrática. Como lo expresara el doctor Jacobo Moquete: “por la identificación de la Universidad con el interés popular, ligado a una serie de cambios internos significativos que tendían a superar la universidad trujillista”. Algo muy parecido –agregamos nosotros- a lo sucedido en Córdoba más de cuatros décadas antes.
Además de la celebración de los actos conmemorativos del primer centenario de la Reforma Universitaria de Córdoba a partir del enero del año entrante, debemos abocarnos al estudio de los resultados de los esfuerzos que hemos venido haciendo en favor del mejoramiento de nuestras instituciones de educación superior y de las reales posibilidades de satisfacción de las necesidades que las afectan.