En estos días es imposible imaginarse una rutina de higiene oral sin tener a mano un cepillo dental. El mercado ofrece múltiples alternativas que se diferencian entre sí por color, tamaño, forma y tipo de fibras, entre otras características.
Desde la antigüedad, la higiene oral y la belleza de la sonrisa han sido motivo de preocupación para el ser humano. Es por esto que las primeras informaciones acerca de los cepillos dentales datan de 3,000 años antes de Cristo.
Estos primeros cepillos, encontrados en tumbas egipcias, consistían en palitos o ramitas de árboles que se frotaban contra la superficie dentaria. Pero no solo los egipcios utilizaron el cepillo dental en la antigüedad; también las tribus africanas lo utilizaron con dentífricos muy especiales. Este primer cepillo de dientes era bastante parecido a los palillos que se utilizan hoy en día.
En 1498, los chinos inventaron el primer cepillo de dientes con cerdas, estas provenían de cerdos, los cuales, como vivían en un clima frío, tenían pelos fuertes y resistentes; el mango eran trocitos de bambú o hueso y las cerdas eran cosidas al mango.
Con el auge comercial de esa época, los mercaderes lo llevaron a tierras lejanas, como el continente europeo, sin embargo, estas cerdas resultaron ser muy irritantes y lesivas para los habitantes de ese lado del planeta. No es sino hasta dos siglos más tarde, es decir, el siglo XVII, cuando los europeos reemplazan estas cerdas por pelos de caballo, que resultan más confortables. Hasta ese momento el cepillo dental como tal era reservado para los ricos y poderosos, primero por su costo y segundo por tradición, los demás habitantes realizaban su limpieza dental con espinas, pedazos de tela y otros aditamentos. En 1780 en una cárcel de Newgate (Inglaterra), William Addis, preocupado por su higiene oral, tomo un hueso al cual le hizo pequeños agujeros en los cuales inserto cerdas, dando como resultado el precursor del cepillo dental actual. Al principio del siglo XX el mercado dio a conocer el cepillo dental de plástico, el cual lógicamente disminuyó significativamente el costo con relación a uno de hueso o marfil y se hizo asequible a un segmento mayor de la población. Ese mismo siglo, en 1938, el Dr. West presentó al mundo su “cepillo dental milagro”, con filamentos de púas de seda, que facilitaban una correcta higiene oral sin traumas a las estructuras dentarias.
Hoy día existen miles de cepillos dentales en el mercado avalados por estudios científicos que garantizan eficiencia. El profesional de la salud oral tiene a su disposición una gama que le garantiza que sus pacientes pueden realizar una correcta rutina de higiene oral.
Ergonomía del mango y la parte activa, tamaño, terminación cantidad y distribución de los filamentos, son características que marcan la diferencia.