Hoy conversaremos sobre el cerebro humano y la atención. En un lenguaje asequible se pudiera resumir que la acción de la atención el cerebro lo hace focalizando la curiosidad en algo que le interesa durante más de 60 milésimas de segundo, que es el tiempo mínimo por debajo del cual el cerebro puede detectar algo e incluso guardar memoria de ello, pero no alcanza necesariamente a la conciencia del individuo y allí un grupo de neuronas en la corteza cerebral sincronizan sus disparos, mientras otras se inhiben o se vuelven silenciosas. Milésimas de segundos después, cuando nuestro foco de atención cambia hacia un nuevo objetivo, otro grupo de neuronas se reclutan.
Podríamos imaginar la corteza cerebral como un árbol de Navidad con millones de pequeñas luces de colores conectadas de tal manera que entre ellas no hay un encendido fijo en un determinado grupo, es decir que cambian constantemente de grupo y de conexión. Se puede aprender de todo en Internet, pero con frecuencia nos pasa que leemos y buscamos cosas que no necesitamos. La curiosidad en ocasiones nos parece fuera de nuestro control, pero si conocemos las bases de la curiosidad lo podemos hacer un poco mejor. A través de la evolución del tiempo, los animales curiosos tenían más chances de sobrevivir porque aprendían de su entorno, el animal en búsqueda de alimentos, exploraba e indagaba mejores lugares para alimentarse.
El humano por igual no se abstiene de investigar lo desconocido. En un experimento con un grupo de individuos, se les dio a escoger entre cuatro fotos con la promesa de pago si elegían la correcta, tres de ellas conocidas. Resultado: la mayoría eligió la fotografía nueva. Es por esa preferencia por la novedad del ser humano, es que los fabricantes periódicamente cambian sus productos en el empaque y la propaganda.
La curiosidad no solo aumenta las oportunidades de aprender, ella aumenta el aprendizaje en sí mismo. La curiosidad causa que el cerebro cambie de estado y amplifique el aprendizaje, esta condición es la que nos explica por qué estamos interesados en algunas cosas y en otras no. El aprendizaje, pues, es el proceso virtual del cual se asocian cosas, sucesos en el mundo, gracias a lo cual adquirimos nuevos conocimientos. Llamamos memoria al proceso por el que retenemos esos concomimientos a lo largo del tiempo. Los procesos de aprendizaje y memoria cambian el cerebro y la conducta del ser vivo que lo experimenta. En el ser humano estos procesos son fundamentales porque son los que nos permiten transmitir los conocimientos y crean cultura. Estos procesos no son «genéticos», en el sentido de que no se trasmiten de padre a hijo, pero por otra parte sí lo son, pues estos procesos requieren de los genes de las neuronas para encausar la síntesis de proteínas que es lo que al final permite el asiento de las memorias. Hay familias en que todos son inteligentes y brillantes.
El famoso científico Albert Einstein aconsejó a los estudiantes en una conferencia universitaria «nunca pierdan la sagrada curiosidad». Ella, la curiosidad, (del latín curiosita) es cualquier comportamiento inquisitivo natural que engendra la exploración, la investigación y el aprendizaje, mecanismos psicológicos que nos impulsan a buscar la información y la interacción con el ambiente natural y con otros seres a su alrededor, es lo que nos ha permitido una buena evolución histórica. Es en verdad un reto, el de enfocarnos en algo temporal y convertirlo luego en algo más duradero, en nuestras memorias permanentes. ¡De omni re scibili!