El cerebro de su pareja

El cerebro de su pareja

José Miguel Gómez

La vida de pareja en los tiempos de la distracción, del amor desechable, de la sustitución, de la crisis de los vínculos y del desapego, le ha problematizado la convivencia a cientos de personas. Ahora más personas arreglan maletas y se van de su casa, en vez de ganar la experiencia a través de la inteligencia emocional de aprender a vivir en la casa. Ya no se trata de leer la mente de la pareja, ni sobredimensionar, ni crear expectativas exagerada de la pareja y, mucho menos, dejar en manos de Cupido el amor. La neurociencia ha dado constancia de que la vida de pareja descansa en el cerebro. Ahora les cuento. El deseo sexual y la actividad sexual se encuentran en el hipotálamo que es el responsable, y se ha visto que es dos veces y medio más grande en el hombre que en la mujer, pero tengan presente que la mujer le da más importancia al afecto y al cuidado.
La sensación de placer y la química amorosa se encuentra en un neurotransmisor: la dopamina del cerebro y las endorfinas. Para sentir emociones y pasión hay que estimular el sistema límbico del cerebro. Sin embargo, el cerebro es diferente en la mujer y el hombre. La mujer habla más, debido a que produce más palabras que el hombre, y puede realizar varias funciones a la vez. El hombre fija más la dirección, localización, produce menos palabras y su cerebro es menos emocional. Pero como dice John Gray, los hombres valoran más el poder, la competencia, la eficiencia y la realización. La mujer valora más el amor, la comunicación, el afecto, las relaciones y los detalles. La doctora BLANDON M. dice: los hombres se sienten estimulados y fuertes cuando se sienten necesitados. Las mujeres se sienten estimuladas y fuertes cuando se sienten apreciadas; mientras el temor de un hombre es no ser suficientemente buenos o ser incompetentes. El temor más profundo de una mujer es no sentirse digna de amor.
Pero ¿cómo opera la mente del hombre y de la mujer? Los patrones de crianzas, los roles asignados, la libertad, los miedos, las expectativas, la construcción en el afecto, el apego, los vínculos y la autoestima, influyen en el sistema de creencia, en los resultados y en el comportamiento. Una pareja con ideas irracionales prejuiciadas y defensivas, percibes y personaliza conflictos irreales y se desgasta pensando que le atacan, le desconsideran o le irrespetan por no pensar o actuar como esa persona espera.
Unos pensamientos obsesivos en una pareja, siempre calcula, lo racional, lo justo, al orden, la puntualidad, lo moral, y el cumplimiento sin demora, de lo contrario sus emociones son explosivas, descontroladas o evitativas o defensivas. Cuando la pareja tiene pensamientos paranoides siempre estimula la duda, la suspicacia, la desconfianza, la intriga, la traición, los celos y el daño por la pareja. Una pareja con creencias irracionales percibe de forma distorsionada los estímulos y le da respuestas infantiles, pueriles o desajustadas, de donde conductualmente tiene resultados pleitistas, confrontativos y absolutistas; otras veces percibe la relación como un cuadrilátero, entonces, vive a la defensiva, se pelea con sus propios pensamientos, con sus emociones y con resultados. Muchas de esas creencias y conductas emocionales guardan relación con el aprendizaje psico-emocional de la vida de sus padres que, inconscientemente la infiere en la pareja. El hombre y la mujer tienen enemigos en su propio cerebro, que son las actitudes emocionales con las que funcionan en sus vidas; enemigo de la pareja: la ira, los celos, el resentimiento, la envidia, la culpa, el enojo crónico, la tristeza y la falsa expectativas reforzadas. Amigos de la pareja: el amor, la compasión, la solidaridad, la afectividad, la empatía, el perdón, el buen trato, y los propósitos de nunca dañar.
El cerebro puede complicar la relación si uno de los dos almacena y guarda en sus amígdalas cerebrales, emociones negativas, miedos, o pasado no superados. Para vivir, el cerebro tiene que perdonar, pasar la página, aprender a cerrar los duelos y las experiencias negativas. Los traumas, crisis y frustraciones, para lo único que sirven es para comprenderlos, enfrentarlos, perdonarlos, dejarlos ir de la vida.

En las personas con cerebro y emociones sanas, el resultado del apego, el vínculo y la afectividad les hace ser funcionales, maduros y estables. En las parejas con cerebro dependiente, la afectividad y el apego son adictivos, por tanto, es una relación asfixiante. En estos tiempos se impone desarrollar la inteligencia emocional y social, adquirir la habilidad y destreza en aprender a vivir con las diferencias sin llegar a la indiferencia. Aprender que su felicidad es una actitud emocional individual para hacerla extensiva a la pareja, pero no dejarla en manos de la pareja. Se puede vivir con cerebros diferentes, pero no con propósitos diferente.

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