El cerebro, el dolor y la neuropatía

El cerebro, el dolor y la neuropatía

 JOSÉ A. SILIÉ RUIZ FRSH
La Asociación Dominicana de Estudio del Dolor, de reciente formación, celebró otra jornada científica la pasada semana en esta capital, reunidos en esta ocasión en el hotel Meliá, parte de sus directivos, tuvimos el honor, ante un selecto público de médicos especialistas de varias disciplinas, hacer una revisión actualizada del tema. Nos tocó iniciar el forum, y conversar como neurólogo, sobre las vías del dolor, la refinada endocrinóloga, doctora Ruth Báez, trató el tema de las neuropatías diabéticas y al Presidente de éste círculo médico, el Algiólogo, doctor Daniel Jiménez, le correspondió el tratamiento moderno del dolor.

El dolor, en una precisión muy simple lo definiríamos, como la sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo, causada por lesión o enfermedad. Esta descripción no es suficiente para figurar las complejidades del síntoma más común que relaciona al médico y al paciente, siendo la mayoría de las veces el elemento que más preocupa a quien busca la salud. Se le considera el más temprano signo de morbilidad en la naturaleza.

Desde que el hombre da sus primeros pasos sobre la tierra, se ve forzado a luchar contra los elementos, contra los animales y contra sus propios semejantes. El instinto de conservación le obliga a enfrentarse diariamente con los vitales problemas de la alimentación, la defensa contra las inclemencias del tiempo y contra las fieras; todo ello con el consiguiente riesgo para su organismo, por lo que es lógico que su cuerpo sufriera las contingencias de la lucha y tratara de evitar el dolor y la incapacidad.

Las civilizaciones primitivas consideraban el dolor como producido por un “espíritu maligno,” por lo que se necesitaba de la ayuda de amuletos, sortilegios, curanderos o chamanes para conseguir la expulsión del cuerpo que lo albergaba. Los griegos ya postularon que el cerebro era el centro de las sensaciones y empezaron a utilizar plantas medicinales más específicas para tratar el dolor. Hay descripciones de opiáceos y calmantes precisos, en la Iliada y la Odisea. Fue en el renacimiento cuando se establecieron las bases de la neurología moderna. En el 1662 el filósofo francés Descartes postuló la separación del pensamiento consciente y la parte física del cuerpo. Corresponde al médico inglés Thomas Willis -a menudo referido como el padre de la neurología- ser el primero en sugerir que no sólo el cerebro era la residencia de la mente, sino que también sus distintas partes daban origen a funciones cognoscitivas y discriminatorias. Pero no es sino hasta la mitad del siglo XIX que aparecieron las primeras teorías aceptadas sobre la conducción del dolor, que permitió luego, iniciar terapéuticas más específicas.

En el 2005, una comisión de especialistas criollos, miembros de nuestra Sociedad del Dolor, viajamos a Río de Janeiro, Brasil, para participar en “La Coalición Latinoamericana del Dolor”, en la oportunidad se hicieron las recomendaciones para agruparnos y dar cumplimiento a los diferentes esquemas de educación médica y tratamientos para esta parte del hemisferio, enfatizándose el uso de los neuromoduladores y de los derivados opiáceos para el manejo del dolor crónico, ya que el dolor agudo responde muy bien a los calmantes de uso común como son los derivados de los AINES. Pero con el perdón de los expertos en el campo y por el gran respeto que debemos a nuestros lectores, trataremos de hacer resúmenes muy prácticos de las ponencias de tan hermosa noche. En primer lugar nos tocó hacer mención de las vías que usa el daño tisular para producir dolor desde el cerebro. Veamos un ejemplo: un golpe en la pierna, hay en esa piel lastimada, unos nervios con receptores específicos del dolor, de ahí viaja el impulso a la médula espinal, a través de autopistas específicas llamadas “tráctos”, asciende el impulso doloroso por el cordón posterior y llega hasta una estructura situada en la parte media del cerebro que se llama Tálamo, éste es una especie de tráfico, y de ahí asciende hasta la corteza sensorial -Lóbulo Parietal- que discrimina el dolor. Localizada y discriminada la intensidad del dolor, en milisegundos baja la orden de retraimiento como defensa. Esto luce muy simple, pero en esas vías dolorosas hay una serie de “compuertas”, neurotransmisores y sustancias participantes, que complejizan de manera especial esa función de defensa del organismo.

En el dolor neuropático, que es un dolor que se caracteriza por sensación de quemaduras, de ardor permante, y de una importante hiperalgesia, es decir que la respuesta dolorosa, no se corresponde con el estímulo recibido. En verdad, no hay un daño “visible” en las vías nerviosas, es una alteración funcional. También el paciente se queja de alodinia, que es la respuesta dolorosa a estímulos que no deben producir dolor, como el ponerse unas medias. De éste tipo de dolor que es común en la Diabetes y en otras entidades como: la culebrilla, los cánceres, los traumas a los nervios, la esclerosis múltiple, etc., nos habló magistralmente la doctora Ruth Báez, quien hizo una revisión de las teorías mas modernas que plantean que el daño a los nervios y en particular a sus vasos de alimentación es directamente proporcional a la intensidad y el tiempo de esa azúcar aumentada en la sangre, con aspectos individuales y genéticos. Tiene esa neuropatía secundaria, como consecuencias, esas parestesias dolorosas descritas (calambres, ardores, pinchazos, etc.), con atrofia y debilidad, principalmente de las piernas, los párpados y hasta de órganos internos y de la función cardíaca en casos graves. Enfatizó la importancia de un adecuado control de los niveles de glucosa en sangre. Hay casos muy tristes de pacientes que nunca se han chequeado su glicemia y debutan con daños ya irreversibles de la neuropatía, sin poder caminar, con impotencia sexual, ceguera, o unos dolores irresistibles.

Del manejo moderno y el enfoque actual del dolor nos habló, el doctor Daniel Jiménez quien enfatizó que su abordaje, era multi disciplinario. Nos hizo referencia a las distintas modalidades de la guía terapéutica que abarcan, desde la simple analgesia, los aspectos psicológicos, las técnicas de neuroestimulación, el uso de la bomba de infusión analgésica, que ya se utilizan en el país, las técnicas lesivas y los fármacos, de los que los antidepresivos, los neuromoduladores y los derivados opiódes fueron sus recomendaciones. Enfatizó en el uso del Tramal long, de 50 mgrs., por los beneficios de su uso, así como por su seguridad terapéutica. Anunció el doctor Jiménez que, los días 6 y 7 de julio, iremos a Santiago en igual jornada, y en noviembre de este año será el Latinoamericano del Dolor en nuestro país.

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