Hay personajes que viven muy mal humorados, viven en una amargura constante, no hay en sus vidas momento alguno de felicidad y por tanto ellos son de muy poco agrado para los que sí entienden que el ser feliz es la razón máxima de la vida. Hoy “conversaremos” sobre los daños científicamente demostrados en aquellos que viven de mal humor y en tristes amarguras. Hoy sabemos que estos comportamientos matan, llevan a angustias, depresiones y culminan con la caída del telón de la vida más temprano, que aquellos que sí luchan por ser felices y alegran su temporal estancia en este valle de lágrimas.
En un importante trabajo científico en el que se relacionaron el mal humor con daños en cerebro y corazón, y que fueron publicados en el 2005 en el New Jersey Journal of Medicine, demostrando los efectos adversos a estos órganos, como consecuencia de pérdidas, conflictos afectivos, eventos trágicos impactantes o recriminables, confirmando que se afectaban áreas talámicas y de las amígdalas cerebrales, ambas relacionadas con conducta y memoria humanas, situadas en las profundidades de nuestros cerebros. Estos trabajos científicos dirigidos por el Dr. Frichione, que luego los publicó en su libro “Depresión del corazón”, confirmando las secuelas de los trastornos del ánimo expresados en: anhedonia o falta de interés, muy malas relaciones sociales, ansiedad, depresión y cardiopatías variadas. Pueden ser consecuencias directas de desajustes emocionales ante las desagradables acciones de: enojos frecuentes, malquerencias, resabios, hostilidades, derivando en un mayor riesgo de padecer arritmias cardíacas, depresiones y así acortar la vida.
En el libro “Anger Kills”, Redfod Williams publicó los encuentros de una investigación en pacientes entre 60 y 70 años. Haciendo unas 50 preguntas sobre hostilidades e insatisfacciones que influyen en los estados anímicos. Estudio de largo seguimiento, confirmó que los hombres padecemos de daños demostrables en el corazón y el cerebro, 10 años antes que las mujeres. La organización Mundial de la Salud (OMS) plantea en una reciente publicación, que la muerte súbita como primera y la depresión como segunda, serán en un futuro no muy lejano, las principales causas de muerte en la población mundial. Si no cambiamos nuestras amarguras, las conductas agresivas y violentas, entonces moriremos más temprano que esos que sí entendieron, que es más saludable el procurar vivir feliz, libre de esas emociones nocivas.
Una buena salud no solo implica ausencia de enfermedad, sino también sensación de “bienestar”. Por lo que con acciones positivas debemos fomentar estos estados de agrado y mansedumbre, tales como: el amor, la espiritualidad, la empatía, la socialización gratificante. Se han hecho experimentos en ratones deprivándolos temprano de la lactancia materna y demostrado que les produce “atrofia” de la corteza pre frontal ascendente. Un trabajo publicado este mes en humanos, con resonancia magnética nos obliga a continuar “conversando” del tema. Esa área cerebral, la frontal ascendente, es la que nos permite plantearnos miras y metas hacia el futuro, con una exitosa convivencia con los demás (inteligencia social). Actuando la dopamina, que se refuerza con las sonrisas de agradecimiento que nos dan esos demás, cuando los tratamos bien junto a otra importantísima neuro-hormona, la serotonina, que nos alegra y levanta el ánimo, aún frente a factores adversos como: el estrés, la violencia, las pérdidas y las agresiones emocionales. Neurotransmisores, que impiden que las adversidades nos –dañen- esa corteza cerebral pre-frontal, que nos hace ciudadanos con inteligencia emocional. Hemos publicado más de 20 artículos sobre el tema, para los interesados, están a su entera disposición, joseasilieruiz@hotmail.com. ¡Defendamos nuestras neuronas, con la felicidad¡