Lo prometido es deuda: la pasada semana comentamos sobre nuestra participación en la ciudad andina de Quito en el Ecuador en un simposio sobre dejar de fumar, en la Universidad de San Francisco, donde expusimos sobre los mecanismos que utiliza el cerebro humano para disfrutar del placer en todas sus variantes y abundamos en el porqué esas acciones, al ser gratas, nos llevan a la adicción. Nuestro cerebro es una masa gelatinosa de casi un kilo y medio, de color gris, con quizás la mayor complejidad de organización que hasta ahora hayamos conocido. Sin embargo, su función básica conduce a un objetivo aparentemente simple: mantener al individuo vivo y en contacto con el medio que lo rodea, teniendo en consideración una evolución de más de 500 millones de años.
El cerebro humano es una inmensa y compleja frondosidad de células y conexiones entre ellas. Este «enmarañado bosque» está compuesto por unos 100,000 millones de neuronas. Se entiende que solo la corteza cerebral tiene la mitad de estas, es decir unos 50,000 millones. Existen más de 500 tipos de neuronas distribuidas en 52 áreas cerebrales (áreas de Brodmann), luego las células gliales, son las que alimentan las neuronas y hay 10 por cada neurona.
El cerebro, por supuesto es más que un órgano de recompensa. Alberga la maquinaria de pensamiento, evaluación de riesgos y control del deseo desbocado en ocasiones no lo logra la más sofisticada estructura que ha creado la evolución. ¿Por qué entonces las ansias de consumir sustancias prohibidas, los hábitos tóxicos y adicciones se imponen a la razón, a las buenas intenciones y a la conciencia del precio de la adicción? La dopamina es un neurotransmisor del cerebro que tiene muchas funciones que van desde el sueño al aprendizaje pero dos de sus principales funciones están en la motivación y la sensación cerebral de recompensa, produciendo placer.
Estos centros hedónicos o del placer ante un estímulo placentero liberan encefalina, que coopera para que a su vez se pueda liberar en las neuronas postsinápticas vecinas, la anadamida (canabinoide), la que interacciona con la primera neurona para intensificar el placer percibido. En 1953, los psicólogos James Olds y Peter Milner estaban investigando a través de un electro implantado en el cerebro de unas ratas y estimularon la sustancia reticular en ratas despiertas. En una de las ratas el electrodo se desplazó y se situó en el septum estructura integrada al sistema emocional o sistema límbico. Cada vez que la rata recibía el estímulo volvía al área estimulada, sentía placer.
Los estados alteradores de conciencia empujan al cerebro a un estado muy diferente de su normalidad. Desde estímulos internos como la esquizofrenia y por elementos externos sustancias como drogas, alcohol y tabaco. El evento ecuatoriano fue dedicado a la nicotina. Se considera que el tabaco fue descubierto e introducido en Europa por uno de los acompañantes de Cristóbal Colon, Rodrigo de Jerez en el 1492 desde la ciudad de Guibara en Cuba, donde alegó que vio a «hombres arder». Se cree que el término nicotina, se debe a Jean Nicot de Villamin (1530-1600, París), quien fue el embajador francés en Lisboa a comienzos del siglo XVI y fue quien introdujo el tabaco a la corte francesa en el 1560. Todos coincidimos en que la nicotina es dañina, produce una rápida adicción y sus efectos a la corta o la larga son adversos en todo el organismo. Pero para el que no puede dejar de fumar se le ofrece el IQOS, que es un producto con nicotina, pero no la quema, solo la calienta y el fumador siente el mismo placer sin la combustión, que está demostrado es donde está la mayor fuente de daño.
Su acción cambia la función de los neurotransmisores, algunas les impiden hacer su trabajo adecuadamente donde las mono aminas, los neurotransmisores dopamina, serotonina y adrenalina, cambian su modo de acción. Estos son algunos de los elementos genéticos que se han demostrado se verifican en la adicción. En el futuro se podrá determinar cuáles son esos candidatos primarios y habrá tratamientos con modificación genética.
La ciencia siempre ha tenido más éxito desentrañando las disfunciones del cerebro adicto que ideando métodos para arreglarlo. Hay unos pocos fármacos que ayudan a superar las adicciones concretas: naltrexona, buprenorfina. No ha habido nada nuevo en los pasados 10 años. El programa de los 12 pasos, la terapia cognitiva y otros enfoques no funcionan en todo el mundo y las recaídas son elevadas. Esperemos a ver qué nos depara el futuro de la ciencia de la mano con el comercio para vencer o hacer menos nocivas para la salud las adicciones.