Madrid. El cerebro humano es capaz de convertir el tiempo en espacio para simplificar las situaciones y adoptar decisiones rápidas, según ha comprobado un equipo de investigadores de varias universidades españolas y rusas.
Los investigadores, que han publicado los resultados en la revista Journal of Advanced Research, han logrado nuevas comprobaciones que demuestran la “Teoría de la Compactación del Tiempo” que propusieron hace ya diez años y según la cual el cerebro convierte el tiempo en espacio.
Según esta teoría, cuando una persona está en una situación dinámica, por ejemplo caminando entre una multitud, su cerebro transforma la situación en una “foto” que contiene toda la información necesaria para realizar movimientos por dónde puede y no puede pasar, qué caminos seguir para no chocar, u otros.
“Es como si nuestro cerebro convirtiese una película entera en un solo fotograma que, al verlo, permitiese entender toda la película”, ha explicado Valeri Makarov, investigador del Instituto de Matemática Interdisciplinar, quien ha colaborado con investigadores de la Unidad de Biomatemática del Departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución de la Universidad Complutense de Madrid, de la UNED y de la Universidad de Nizhny Novgorod (Rusia).
Los resultados, según subraya una nota de prensa de la Universidad Complutense, tienen doble relevancia, ya que desde el punto de teórico o neurofisiológico contribuyen a explicar el proceso involucrado en la cognición espacio-temporal y, por el otro lado para desarrollar aplicaciones en el campo de la inteligencia artificial.
“Si sabemos cómo lo hace el cerebro, podemos reproducirlo en robots para que puedan emplear la representación estática, es decir, reemplazar película por foto, de una situación que cambia en el tiempo para entenderla y actuar inmediatamente de forma versátil, compleja y efectiva”, ha señalado el matemático.
Aunque los investigadores propusieron la hipótesis de la Compactación del Tiempo hace diez años, hasta ahora no encontraban la manera de avalarla o desmentirla de forma definitiva a través de un experimento.