El cerebro feliz”, es la obra cumbre de la distinguida doctora española Mila Cahue. La autora, que es especialista en psicología clínica, estuvo en nuestro país donde dictó dos charlas, al ser invitada por la “Fundación Vida sin Violencia” como expositora en el “Desayuno por la paz”, auspiciado por esta institución.
La Fundación Vida sin Violencia es una entidad que agrupa un conjunto de damas prestantes de nuestra sociedad quienes han aunado esfuerzos en la lucha contra la violencia en nuestro país en procura de una vida sin crímenes, ni intimidaciones.
Cuando la presidenta de la Fundación, la señora Yanira Fondeur de Hernández, y la coordinadora del evento, doña Francia de Pérez, me pidieron mi opinión sobre a quién debíamos invitar como expositor, acababa yo de leer el libro de la distinguida psicóloga madrileña, y sin vacilar les dije que debíamos invitar a la doctora Cahue. Ellas obtemperaron, terminando sus ingentes esfuerzos de meses en un evento majestuoso, un desayuno premium en el hotel El Embajador, con una muy refinada concurrencia. Allí, los presentes disfrutamos de una conferencia magistral, con la revisión de las técnicas más modernas para lograr la felicidad. Me correspondió el alto honor, junto al prominente psiquiatra Dr. José Miguel Gómez, de comentar la enjundiosa ponencia de la invitada internacional. Debo agradecer que nos dieran sendas hermosas placas de reconocimiento, mil gracias. Al siguiente día, en el Salón Verde del Palacio Nacional la Dra. Cahue disertó sobre: “El cerebro, las emociones y la felicidad; por familias en paz” con el respaldo de la vicepresidenta de la República Dra. Margarita Cedeño, a quien yo, en mi condición de asesor de la Fundación, deseo agradecer toda su colaboración para estos eventos.
Cito a la autora: “Ser feliz es gratis, pero no es fácil si no nos han enseñado cómo. Es un hábito que se enseña y que se aprende, y cuyo resultado es la felicidad, que, lejos de ser un sentimiento frívolo, es la consecuencia de un esfuerzo muy trabajado y muy bien hecho con una mente perfectamente orientada”. Como neurólogo sabemos que “la felicidad” requiere de la acción de un montón de tejido cerebral, para codificarse y expresarse, que incluye: la ínsula, la corteza cingulada anterior, el hipocampo y el núcleo accumbens. Es decir, que son las mismas áreas usadas para la percepción corporal, lo emocional, la memoria y la recompensa, pero con una gran diferencia: cuando hay felicidad plena, estas áreas cerebrales tienen un demostrado incremento de su actividad con un aumento desmedido de los neurotransmisores que tienen que ver con la mansedumbre, el apego y la vinculación.