El cerebro, las lágrimas… y el poeta

El cerebro, las lágrimas… y el poeta

JOSÉ A SILIÉ RUIZ
Este mes se cumplió el centenario del nacimiento de Manuel del Cabral, uno de los grandes exponentes de la poética latinoamericana, nacido en nuestro terruño, de quien Ernesto Sábato consideró que su obra era “la más grande que se ha hecho en nuestra lengua”. Nominado para premio Nóbel en el 1956. Lo tratamos varias veces frente a una taza de café, en la postrimería de su vida en tertulias gratificantes, de las que guardo bellos recuerdos, y por ello, éste es nuestro considerado homenaje a un dominicano universal.

Las lágrimas, han sido tema de los trovadores a través de los siglos, esa “lágrima infinita, que no ha mojado el Sahara estéril”…, no pretende este humilde mortal, neurólogo muy organicista, pero por igual un “algo” romántico, ser un enterrador de ilusiones, ni podría ser jamás un sepulturero de “sueños”, al tratar de describir la biología de algunos fenómenos humanos.

Debemos reconocer nueva vez, que se necesita del valor de un torero con mucha casta y coraje, frente al toro miura, para con similares y singulares pases de pecho ante la embestida del vacuno, a atrevernos con igual “audacia”, a describir “orgánicamente” qué es una lágrima, junto a la figura cimera de este eterno bardo, de similar estatura de un Neruda, un Vallejo, o un Guillén.

Pero el extraordinario poeta, Don Manuel, en una estrofa de su elegía “La Lágrima”, lo dice todo: “(…) Sin embargo, sabemos que la lágrima está hecha con un poco de agua y sal nocturna, pero fuera del cuerpo no la fabrica el hombre; los alquimistas y los arzobispos fracasan como niños, no pueden ni siquiera sudar la equivocada lágrima de la frente… pues todavía no saben en qué sitio del cuerpo nace el llanto.”

El llanto, tan sólo se da en el hombre y en ningún otro mamífero u otras especies animales. Ya no se aceptan como válidas las proverbiales “lágrimas de cocodrilo”. Tampoco son relevantes las lágrimas de las iguanas de las Galapos, que si bien indudablemente existen, sólo sirven para eliminar el excedente de sal marina proveniente de la alimentación a base de algas de estos animales.

Se ha demostrado modernamente, que las lágrimas derramadas por dolor tienen sustancias anestésicas y encefalinas secretadas por el sistema nervioso central, a diferencia de las lágrimas producidas por otras razones, que no poseen estas sustancias, lo que hace a las lágrimas un elemento complejo como parte de la expresión humana. La Etología Humana (biología de la conducta humana) es una corriente principalmente europea, que trata las formas de cómo el humano se expresa, y las mil maneras de intercomunicación con su entorno y los demás humanos.

Todavía los etólogos, no han logrado dar una explicación satisfactoria a la risa y al llanto. Los antropólogos filosóficos por ejemplo Klages y Plessner, consideran la risa y el llanto como una manifestación vital, particular y característica del hombre.

 Las lágrimas asociadas la más de las veces a la tristeza, han acompañado al hombre desde siempre. La melancolía, que ha sido asociada desde los inicios de la historia a un patrimonio casi propio de los poetas, también tiene sus raíces en el aspecto médico, y se remonta al mundo hipocrático, el tratar de dar una explicación de la melancolía, que junto a las enfermedades mentales la sitúan en uno de los desórdenes de los cuatro humores: “la bilis negra”, la cual era descrita como un humor frío, espeso, seco y negro; era la explicación griega a los estados de profunda tristeza.

Las lágrimas, asociadas casi siempre a la melancolía, son en verdad elementos protectivos de la córnea. En su superficie externa existe una capa lipídica, la cual reduce la evaporación de las lágrimas y retiene el fluido, evitando que se desborde a la piel. En la capa media, el fluido lacrimal es secretado por las glándulas lacrimales y las glándulas accesorias de Krause y Wolfrim (es la capa de lágrimas más gruesa de unos 6.5 micrones).

 La absorción de oxígeno, que se realiza a través de esta delgadísima película lacrimal, es esencial para el metabolismos de la córnea. Hay una capa profunda en esa película fina que es la capa mucoide. Luego el propio movimiento de los ojos y de los párpados, extiende las lágrimas como una delgada e imperceptible capa sobre los ojos, como si fueran los limpia vidrios de los vehículos.

El cerebro, mediante la acción de dos nervios, el Trigémino y el Facial, y a través de un intrincado sistema de fibras especializadas estimula el mecanismo secretor de las lágrimas. Estas, que al aumentar en cantidad y si exceden el 25% que se pierde por evaporación, siguen hasta el sistema lacrimonasal donde por gravedad, capilaridad y por lo más importante, el movimiento de los párpados, cae el fluido ya hecho lágrimas y es cuando se hace más objetiva la poética sintetizada de Don Manuel: “… la que cae de los parpados, pero que dura es ésta”…

Premio Nacional de Literatura en el 1992, logró como muy pocos darle a las lágrimas una dimensión de sabiduría poética, pues a los poetas corresponde encontrar y darle opción a las cosas sencillas del sentir y el decir. Ya Antonio Machado lo había dicho:” la poesía no es la palabra por su valor fónico, ni el color, ni la línea, ni el complejo de sensaciones, sino la honda palpitación del espíritu: lo que pone es el alma, si es que algo pone, o lo que dice, si es que algo dice, con su voz propia, en respuesta animada al contacto con el mundo”.

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