El cerebro reptiloide

<p>El cerebro reptiloide</p>

LEO BEATO
El ansia de poseer más de lo que uno necesita para vivir ha sido siempre la obsesión de todo individuo inmerso en una sociedad de consumo como la nuestra. De acuerdo con el antropólogo francés Clotaire Rapaille esta obsesión de poseer más de la cuenta proviene del cerebro reptiloide inherente a todo ser humano. Tiene forma de reptil y está en la base del cerebro (conocido también como el “Complejo R”) y es comparable a la serpiente que engañó a Adán y a Eva en el Jardín del Edén. De hecho, de acuerdo con algunos expertos en la materia, ésta no es más que el símbolo arquetipal de la mente humana en forma mitológica. De acuerdo con ellos ésta (el cerebro reptiloide) fue el que hizo sucumbir a Eva haciéndola comer del fruto prohibido (otro ancestral simbolismo mitológico).

El  cerebro reptiloide es territorial y grupal, su único objetivo  es el de sobrevivir. El miedo es su estímulo preferido, sobre todo en una sociedad de consumo, acaparando todo lo que puede para si mismo como una forma de garantizar su supervivencia..Mientras más tiene más quiere, mientras menos piensa más feliz se encuentra. Reza un viejo refrán en inglés: “ignorance is bliss” (la ignorancia es un paraíso).

Esa es su divisa y, como su estímulo primordial de conductaes el terror (el miedo llevado a su enésima potencia), usa a éste como su refuerzo preferido para obtener sus objetivos.

Esto explica cómo ciudadanos con un nivel educativo superior al cuarto año de secundaria terminen despersonalizándose y votando por el candidato que más los manipule a través delterror y del  miedo anunciado, tal como sucedió en las elecciones presidenciales norteamericanas del 2004. Es lo que en sicología clínica se conoce como el fight-flight síndrome (el síndrome del atacar o de huir) con sus consabidas descargas de adrenalina y de epinefrina. Nada más tenemos que llegar a un aeropuerto y encontrarnos literalmente con esos mastodontes portando armas largas mirándonos con caras de bandidos.

Según el periódico Los Angeles Times el estadounidense promedio tiene hoy día 10 libras más que hace una década, vive bajo mucho mas estrés y, al mismo tiempo, es 75% más propenso a ser hipertenso, diabético y arteriosclerótico que sus abuelos. El estrés endógeno (debido al patrón de pensamientos y recuerdos negativos recurrentes) sumado al estrés exógeno (debido a causas externas del medio-ambiente) aumenta aún más ese factor patológico del estadounidense moderno. Como muestra bástenos este bastón: a partir del año1996 la deuda diaria por concepto de pagos tardíos de las tarjetas de crédito (una de las características principales del consumismo rampante) se ha triplicado llegando a la friolera de US$10 billones diarios. Solamente por pagar tardíamente, sin incluir los intereses. El dinero plástico, tan de moda en nuestros días con el que pagamos cosas que en realidad no necesitamos la mayoría de las veces, es otra de las características propias del consumismo moderno. De ahí la insistencia de ofrecernos crédito de parte de las corporaciones que controlan las tarjetas de crédito. Es donde ellas hacen pingües ganancias como esos bancos internacionales haciendo préstamos a países del tercer mundo que no están en condiciones de saldárselos dentro de los términos que ellos les exigen, además de la corrupción inherente de los gobiernos que los reciben. Por eso es que terminan condonándoles esas deudas (Haití, Nicaragua, Honduras, Bolivia), por decir solamente unos cuantos.

Por otra parte, es fácil justificar una guerra, por absurda que ésta sea, a clientes robotizados y endeudados hasta más allá de su poder adquisitivo. Están tan hipnotizados pagando sus deudas que apenas caen en la cuenta ni les interesa saber lo que les está sucediendo y hacia dónde los están conduciendo. “Don’t confuse me with the facts, I havealready made up my mind”, reza otra vieja expresión en inglés (no me confundan con los hechos, ya mi mente está decidida). Apenas se dan cuenta ni tampoco les importa darse cuenta. Esa es otra de las características de toda sociedad de consumo. Esta apela al cerebro reptiloide de los seres humanos manipulándolos como marionetas de circo de acuerdo a sus intereses planificados de antemano. Intereses fríamente calculados como si todos fuéramos una manada de chapulines colorados amaestrados. Esto se le puede aplicar a cualquier país de Latinoamérica.

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