La nueva cultura basada en las modernas tecnologías ha generado nuevas formas de crecer, de formarse, de relacionarse, de divertirse, de trabajar. Bien sabemos que la tecnología no es inocua, el acceso a la información, la facilidad de comunicación, la expresión del amor, de la educación y hasta del ocio han cambiado por el desarrollo de la computación y la robótica. El prominente neurocientista Howard Gardner, profesor de Neurología de la Universidad de Harvard y autor de la teoría de las inteligencias múltiples señala al final de su obra “La nueva ciencia de la mente” (historia de la revolución cognitiva) lo siguiente: “Gracias al desarrollo de nuevos instrumentos lógicos, a los diversos usos de la computadora, a la aplicación del método científico a los procesos psíquicos y a las prácticas culturales, nuestra compresión de los interrogantes expuestos originalmente por Platón, Descartes, Kant y Darwin es hoy mucho más profunda”. Este es un enfoque muy optimista del futuro, que coincide con el científico nipón Hiroshi Ishiguro, creador de androides hiperrealistas capaces de interactuar con las personas, quien manfiestó que confía en que en “un par de años” viviremos en una sociedad de robots. Este científico es catedrático de la Universidad de Osaka y líder del Laboratorio de Telecomunicaciones Avanzadas que lleva su nombre en Japón. El mismo considera en cara a los Juegos Olímpicos y Paraolímpicos que se celebrarán en Tokio en 2020 que estos robots podrían solucionar muchos problemas: “(…) pueden hablar fácilmente hasta 30 idiomas”, explicó Ishiguro. Como mencionamos en nuestra entrega anterior, ya estos se han probado como compañeros y cuidadores de pacientes ancianos con Alzheimer.
Podemos creer que la tecnología nunca superará a los humanos, pero dadas las tendencias actuales donde la tecnología es cada vez más autónoma (fábricas manipuladas por robots, sin humanos) que le ganan al campeón de ajedrez del mundo, diagnostican, predicen, calculan, etc. En conclusión, la tecnología se ha convertido en un medio de poder. Se espera el surgimiento de una “superinteligencia” dada por la relación hombre-máquina. Esto implementará cambios en los países desarrollados que los convertirán en sociedades cada vez más inteligentes, hasta llegar a esa superinteligencia. ¿Qué pasará con los países del tercer mundo, que no pueden llevar el ritmo de la moderna tecnología? Las desigualdades se hacen cada vez más evidentes, la brecha se amplía para competir con las naciones poderosas. Los países pobres, con escasa tecnología, desinformados y hambrientos cuyo único afán es subsistir, ante esta tecnología avasallante, están cada vez más rezagados.
Ese “Homo optimus”, el hombre máquina, ese ser humano medio androide, en un futuro no muy lejano estará conectado a la computadora a través de una “piel electrónica”, llena de dispositivos electrónicos. La nanotecnología (equipos microscópicos) se podrán monitorizar todos nuestros órganos desde dentro del cuerpo, llegaremos casi a la inmortalidad, como poder repararnos los dientes (sin el odontólogo), limpiar las arterias del cerebro y el corazón sin el cirujano. Le pondremos equipos a nuestras mascotas para que hablen nuestro idioma, ya oiremos a Pipper, Jagger, nombres de los pitbulls, perros de mis hijos, conversando en español. Todo esto parece ciencia ficción pero está al doblar de la esquina. ¿Cómo se ajustará el cerebro del hombre común a esa sociedad tan automatizada? La opinión del prominente físico y cosmólogo inglés Stephen Hawking difiere, él no tiene un juicio tan optimista como Gardner e Ishiguro. Sustenta el inglés que en el siglo XXII la existencia de los humanos podría verse amenazada por las máquinas especialmente de los robots con inteligencia artificial y que en menos de 100 años las máquinas superarán en su totalidad la inteligencia de los humanos y un día podrían ser nuestros enemigos. Opina que esa alta tecnología de hoy en pocas manos nos va llevando a una clase de grandes propietarios, ellos los menos con una riqueza inconmensurable, junto a una clase inferior de desposeídos que constituyen la gran mayoría. En otras palabras entiende que esta acelerada “revolución” tecnológica, es un arma de doble filo, que bien pudiera usarse para el beneficio y mejoría de la humanidad o ser usada para destruir la civilización. Los muy jóvenes verán muchos de estos cambios.