Saliendo de la Universidad de Columbia en Nueva York, me trasladé directo al Museo Guggenheim en la 5ta avenida. Como obligada costumbre, a todo país que visito voy a un museo; en esta oportunidad volví al edificio blanco, la obra de arte redondeada creación del gran arquitecto Frank Lloyd Wright, la cual cuenta con una gran riqueza en arte moderno y contemporáneo. En el segundo piso está la colección privada “Thannhauser Colletion”. Debo reconocer que quedé impresionado con las obras de: Manet, Monet, Renoir, Gauguin, Cézanne, pero allí estaba mi preferido, el inmenso Picasso con sus obras: La planchadora, el Cangrejo y el perro y la dama rubia. La gratísima sensación experimentada la quiero compartir con mis amables lectores. Terminando de investigar en una universidad sobre neurociencia me adentro de sopetón al arte más excelso. No les niego sentí un “transmutar”, volví a pensar en el “Guernica”, lo vi por primera vez hace años en el MoMa, el Museo de Arte Moderno de Nueva York y luego en su Palacio antiguo de Barcelona.
Me hice la pregunta ¿qué tan diferentes son el arte y la ciencia? Me respondí en la majestad de aquel poli cromático entorno mágico que sus procedimientos son diferentes, pero no sus fines. Puede decirse que el arte busca proporcionar experiencias emocionales, jugando con nuestras respuestas frente a lo que vemos y oímos. La ciencia, busca descubrir los procesos detrás de las apariencias. Tanto el arte como la ciencia, argumentan buscar “la verdad”, pero ambas se seducen por la belleza. En una y otra debe haber creatividad para que sean exitosas.
La palabra creatividad está relacionada con “crear”, (del latín –creare-) es producir, es hacer, relacionado con un nivel de activación cortical en nuestros cerebros. Durante miles de años, el hombre ha creado arte con absoluto desconocimiento de la importancia del cerebro. Siempre se ha dado por sentado que vemos el mundo con unos ojos que muestran la realidad como especie de reflejo o imagen especular. Sin embargo, en los últimos cien años la psicología y la neurociencia han demostrado que en realidad vemos con el cerebro. Este crea nuestros pensamientos, nuestras percepciones y construye la realidad subjetiva, es decir, el cerebro desempeña un papel de creador: se trata del órgano central de la creatividad. Una idea creativa es aquella que es a la vez novedosa, valiosa y útil en un marco en particular, para que haya creatividad tiene que haber imaginación, por igual de importante están las funciones asociadas con el pensamiento divergente, el compromiso con el propio trabajo y las habilidades metacognitivas.
Sustento que la creatividad entraña no solo un ¿qué?, que es el talento particular del artista, sino un ¿quién?, que debe tener características personales particulares, una fuerte identidad, una sensibilidad personal, un estilo propio que desemboca en el talento, entonces estos elementos se entremezclan en el artista y toman formas personales. Pablo Picasso es un importante ejemplo de esa creatividad superior. La precocidad de Picasso fue muy marcada en el área cerebral visoespacial, cinestésica e interpersonal. Detestaba el colegio, no le gustaba la lectura y el cálculo, en cambio sus dibujos desde los 9 años demostraron su capacidad de dibujar cualquier objeto con maestría y originalidad. Desde temprana edad pintó de forma muy precisa, literaria y académica. Él afirmó: “desde niño pintaba como Rafael, pero me tomó toda una vida pintar como los niños” y se atrevió a decir: “Yo hago lo imposible, porque lo posible lo hace cualquiera”. Normalmente producía hasta 300 cuadros al año. Honrosamente fui invitado (Club Picassiano) a la inauguración este mes de octubre en Inglaterra en la National Portrait Gallery de Londres, a lo que es la muestra más extensa exhibida hasta hoy de los retratos pintados por el genial andaluz. Espero poder visitarla antes de que cierre pues únicamente estará abierta hasta marzo del 2017. La experiencia de crear esa interface astral entre nuestro “yo” interior y el mundo mágico del arte hacen evidentes que la sensibilidad, la creatividad y la imaginación son solo atributos de superiores cerebros pensantes. El pintor francés post-impresionista Paul Cézanne, considerado el padre de la pintura moderna, el autor de los “Jugadores de naipe” señaló que: “El ojo absorbe… el cerebro produce las formas”.