El cerebro y los desmayos

El cerebro y los desmayos

DR. JOSÉ A. SILIÉ RUIZ, FRSH
La Sociedad Dominicana de Neurología y Neurocirugía, como parte de sus actividades mensuales celebró recientemente en el hotel Jaragua, un interesante encuentro con el neurólogo argentino, Dr. Horacio Kaufmann, profesor investigador, que ejerce en New York, considerado un experto mundial en el campo de las reacciones autonómicas, que tienen que ver con nuestro equilibrio homeostático. Nos trató el tema del “desmayo” en sus aspectos más modernos, y que en esta oportunidad es la razón de nuestro conversatorio.

En una definición simple, el síncope es un “desvanecimiento,” en el que hay pérdida o alteración momentánea de las funciones cerebrales y cardíacas. Señaló el expositor que al parecer, en la historia evolutiva del humano, éste tiene funciones protectoras, pues no es igual estar muerto que perecerlo, y se refería al hombre y las fieras. Los animales carnívoros no comen carne de animales muertos y tal vez sea consecuencia de la acción de “engañar”a sus depredadores del hombre prehistórico en ese período cavernícola, y que los heredamos hoy como “desmayos”. En verdad se acepta en la actualidad, que es una forma de “protección” a la función cerebral, que al faltar sus nutrientes, muy sabiamente se preserva.

Existe un mecanismo que regula toda la tonicidad de nuestros vasos sanguíneos, al ponernos de pie o cuando necesitamos prepararnos para la acción, se ponen en marcha unos dispositivos que por igual regulan los latidos cardíacos y que muy armónicamente mantienen la perfusión del órgano rector, nuestro cerebro, en su necesidad de sangre, para mantener el equilibrio metabólico de sus aportes: oxígeno y glucosa, sus principales alimentos. Ese andamiaje de nervios se conoce como Sistema Nervioso Autónomo, llamado así porque tienen una ubicación fuera de la médula espinal y son los encargados de inervar los músculos viscerales, las glándulas y el corazón.

El sistema autónomo tiene dos partes, la división simpática y la división parasimpática. La división simpática está conectada con la región media de la médula espinal, mientras que la división parasimpática está conectada con el segmento superior o craneal de la médula y con la parte inferior o sacra. Estas dos divisiones operan con metas opuestas. El sistema simpático moviliza la energía del cuerpo para las actividades que implican esfuerzos, alerta, acción, lucha. Mientras que el sistema parasimpático no toma parte en dicha movilización y funciona para conservar la energía corporal. Si contamos hasta diez ante una agresión, él actuará y “pararᔠel Simpático; su acción nos diferencia de los animales, que tienen la porción simpática muy desarrollada.

Cuando predomina la actividad simpática, se acelera la actividad cardíaca, aumenta la sudoración, se inhiben las funciones sexuales y digestivas y la sangre fluye hacia los músculos esqueléticos. Cuando domina el sistema parasimpático, disminuye la actividad del corazón, se dilatan las pupilas, se conserva el calor corporal y los procesos digestivos y sexuales se estimulan. La mayoría de las glándulas y músculos viscerales reciben una innervación dual de estas dos divisiones del sistema autónomo.

Hay dos condiciones en la especialidad de neurología que son relevantes, en las que hay alteraciones de este sistema, con disfunción en su parte simpática: una es la Insuficiencia Autonómica Crónica y la otra es el Síncope Reflejo, este último es el común síndrome vaso vagal. En las insuficiencias crónicas, que son menos comunes, hay una alteración de la función simpática que está alterada de manera permanente. El paciente con gran frecuencia, al ponerse de pie o ante algunos esfuerzos, puede tener síncopes repetidos, porque está ausente la vasoconstricción refleja que hacemos cuando nos paramos. Esta entidad ocurre en las condiciones neurodegenerativas, que afectan las fibras autonómicas. Por ejemplo: en el parkinson, en la atrofia multisistémica, y en neuropatías periféricas, como las secundarias a la diabetes, y la amiloidosis.

El síncope Vasovagal es mucho mas común que las anteriores, es lo que vemos con frecuencia en las calles o en los sitios cerrados con aglomeración de gente y calor, y lo vimos en las cámaras el 27 de Febrero, cuando el Señor Presidente presentaba sus memorias, su escolta se “mareó”. Se considera que hasta un 45% de la población ha sufrido en alguna ocasión en su vida, si no el síncope un presíncope, lo que lo hace una entidad muy frecuente y a la vez habla de su benignidad. Esta reacción tan común, es básicamente una alteración aguda de las neuronas autonómicas, en particular de la actividad simpática eferente, que de modo agudo deja de funcionar.

Es muy frecuente que sea en respuesta a un factor desencadenante: severo stress, el miedo, el asco, deprivación de sueño, escenas sangrientas, la deshidratación, mucho tiempo de pies, hipoglucemia, calor, poca oxigenación, etc. Hay una disminución aguda de la actividad simpática, y esto produce vaso dilatación. Junto con ello, se produce al mismo tiempo un aumento de la actividad parasimpática, y esta produce enlentecimiento del corazón. Es esa combinación, de vaso dilatación arterial y bradicardia, lo que caracteriza este síndrome; hay por consecuencia, disminución del flujo sanguíneo cerebral, disminuyen sus nutrientes y el cerebro sabiamente se “desconecta” y se produce el síncope.

Es de importancia que sea debidamente evaluado, porque son varias las entidades con las que tenemos que hacer un diagnóstico diferencial, como hay pérdida del conocimiento, será con la epilepsia uno de los principales, luego elementos cardiológicos, metabólicos y hormonales, así como trastornos emocionales y circulatorios, y hasta con los “derrames cerebrales”. El experto nos comentó que muchos de los marcapasos puestos a supuestos pacientes cardiópatas, en verdad son síncopes. Enfatizó que simples medidas como el apretar brazos y piernas son de utilidad en razón de que no hay una medicación especifica en estos casos de desmayos. Si nos sentimos “mal”, tenemos mucha sudoración, si hiperventilamos un poco “mareados”, visión borrosa, boca reseca, la sensación de “irnos”, no espere a caer, acomódese, respire pausadamente, levante las piernas, tome un vaso de agua con sal y azúcar, y todo pasará.

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