El chavismo inicia su historia sin Chávez

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BBC MUNDO, CARACAS. Lo que hasta hace poco era la aplanadora electoral que pilotaba Hugo Chávez, con dos tercios de los venezolanos como entusiastas pasajeros, es ahora el autobús del 50,7% que se dispone a manejar Nicolás Maduro.

Con la toma de posesión de este viernes, Maduro ya es oficialmente el chofer de ese autobús con el que anunció piensa recorrer el país junto a todos los ministros.

Y pese a que el número de pasajeros supera por poco a la mitad de la población, su actitud al volante parece que será incluso más radical que la de Chávez: «Una revolución dentro de la revolución».

Incluso a pesar de que antes de adentrarse en la bacheada ruta de la lucha contra la inseguridad y las sacudidas que se esperan de los problemas económicos, tendrá que atravesar la empinada carretera de la auditoría de los sufragios exigida por Henrique Capriles, por el que el pasado domingo votó el 48,9%.

Maduro tomó posesión del cargo con un fondo de cacerolazos y salserolazos en muchas partes del país.

La oposición sigue sin reconocer su victoria hasta que culmine la auditoría de los votos anunciada por el CNE, medida con la que Capriles mostró su conformidad.

Golpismo. «En nombre de este pueblo y nuestro comandante», prestó juramento Maduro, «el primer presidente chavista», antes de dar un discurso en que, aunque tendió la mano a la oposición, repasó la crisis desatada en el país tras las elecciones y denunció planes golpistas. También acusó a Capriles de incitar a la protesta violenta.

 

Nicolás Maduro

Maduro toma posesión sin el reconocimiento de la oposición.

 

«Se ha incubado una ideología peligrosa. Europa no reaccionó a tiempo con la amenaza nazi», dijo, atribuyendo a la Unión Soviética la derrota del fascismo «para liberar a la humanidad».

«Hay un núcleo fascista que tiene intenciones sumamente perversas contra nuestro pueblo», aseguró, mientras pedía «al pueblo que no se deje inocular el odio».

«Estoy dispuesto a conversar hasta con el diablo, que Dios me perdone. Hasta con el nuevo Carmona», dijo Nicolás Maduro, en la toma de posesión.

Además, expresó su respeto a la decisión del Consejo Nacional Electoral de auditar el resultado. «Salga lo que salga, no van a reconocer», afirmó.

«Sé lo que voy a hacer, tengo con qué, fui formado por el comandante Hugo Chávez», aseguró.

Después de una semana de advertencias de mano dura, «no seré un presidente débil, llegó a decir», Maduro también «tendió la mano» a la oposición.

«Estoy dispuesto a conversar hasta con el diablo, que Dios me perdone. Hasta con el nuevo Carmona», agregó refiriéndose a Capriles por el apellido de uno de los cabecillas del golpe de 2002 contra Chávez.

Falla de seguridad. Según Maduro, la oposición inició una campaña de «racismo» al hablar de que su madre era colombiana. «Perro colombiano me decían, perro (…). Ellos odian a Colombia», agregó.

 

Cacerolazo

Un fondo de «cacerolazos» recibió al nuevo presidente.

 

Maduro dedicó parte de su discurso a defender la presencia de cooperantes cubanos en Venezuela. «Que vivan los médicos cubanos, que viva el pueblo cubano, que viva Fidel», exclamó.

El incidente del día lo protagonizó un espontáneo que se subió al estrado mientras Maduro saludaba a las delegaciones internacionales. Vestido de rojo, agarró el micrófono para gritar «Nicolás». La seguridad se abalanzó sobre él y la televisión cortó la transmisión.

Maduro se quejó del fallo de seguridad. «Me podían haber dado un tiro aquí», dijo al declarar el incidente como superado.

Maduro la felicitación Unasur tras su reunión de Lima, y en cadena obligatoria de radio y televisión se quejó de que «nadie va a publicar mañana o no lo van a leer».

¿Si fuera Maduro? De nuevo entre espontáneos y acarreados en autobuses, una marea roja tomó el centro de Caracas para apoyar a Maduro.

 

Simpatizantes de Maduro

Igualmente, los simpatizantes de Maduro inundaron las calles de Caracas.

 

Ante la cuestión de cuál sería su prioridad si fueran él, quienes llegaron a los alrededores de la sede de la Asamblea Nacional para apoyar la investidura de Maduro repitieron los temas de siempre.

La prioridad generalizada es la de mejorar la complicada economía y emprender acciones efectivas contra la inseguridad, pero sobre todo los consultados por BBC Mundo hicieron un llamado es continuar con la obra de Chávez.

«Continuaría con el proceso revolucionario que empezó nuestro comandante presidente. El mensaje debería ser el mismo de unión y paz», le dijo a BBC Mundo Isabel Ruíz, que agregó que hay que atacar la inseguridad.

Coincidió en la «necesidad de seguir con el proyecto de país de Hugo Chávez» y las misiones Berta Montezuma.

«Lo primero es estabilizar el tema político social del país, segundo combatir la inseguridad, y tercero promover y fortalecer el plan estratégico económico nacional», opinó Ricardo.

Acarreando una pancarta con un fotomontaje de Capriles en el que aparece tirando una bomba molotov y es tachado de «asesino», para Julio Araujo lo primero es recuperar la «unidad entre todos los venezolanos»

«Crear un solo país en que todos trabajemos juntos, aparte a todos los que han traicionado a nuestra patria, a esos hay que castigarlos», matizó.

«Delegado». «Esto es un delegado que dejó nuestro presidente y hasta el momento, aunque no ha tenido mucho tiempo en el mando, lo está sabiendo hacer», le dijo a BBC Mundo Surgerys.

El ambiente parecía algo más distendido que en los últimos días de crisis política. Muchos se esforzaban en corear consignas y festejar como si se tratara de una de las grandes victorias de Chávez.

Pero viven una paradoja, como lo demuestra el encendido testimonio de un ciudadano ante la televisora estatal preguntándose cómo era posible que Capriles hubiera obtenido cerca de un centenar de votos en un proyecto urbanístico de viviendas sociales entregadas por Chávez a los necesitados como es Ciudad Caribia, a las afueras de Caracas.

La respuesta es sin duda una de las claves del resultado del domingo.

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