Es indiscutible que Ramón Alberto Ferreras (Chino) tuvo una gran actuación en la Revolución de Abril de 1965 como periodista, reportero, articulista de opinión y combatiente. Tampoco hay dudas de que estuvo entre los fundadores del periódico Patria. Y parecen ser válidas las versiones por las que no figuró su nombre como principal ejecutivo de ese medio de comunicación. En notas autobiográficas suyas, sin embargo, él consignaba que había sido fundador y director.
Sus hijos Ramón Alberto Ferreras Cruz y Ambiórix Alejandro Ferreras Ventura ofrecen sus versiones al respecto. El primero afirma que en la mancheta del matutino figuraba Tulio Carvajal porque “al estallar la guerra residíamos en el ensanche Ozama y cuando mi padre vio, el 28 de abril, a los primeros marines gringos dijo que ya no era un pleito entre guardias sino una guerra patria contra un invasor y cruzó a la zona constitucionalista, días después fundó el periódico Patria junto a sus amigos y hermanos Alberto Malagón, Alfredo Manzano, Mercedes “Chea” Jiménez y muchos otros compañeros y como la familia todavía estaba en zona enemiga, se puso como director al señor Tulio Carvajal cuya profesión, si mal no recuerdo, era la de contabilidad” (Ramón Alberto envió estas notas antes de la entrevista a don Tulio).
Ambiórix se acoge a esta y al testimonio de Carvajal, aunque los tres prácticamente coinciden. Este dice no tener ningún documento que demuestre que su padre fue el director y remite a los prensistas Frank Portes y Federico Pérez y al fotógrafo Milvio Pérez.
Tras la muerte de Ferreras, el 23 de junio de 1993, Daniel Martich publicó un amplio reportaje biográfico sobre él, posiblemente basado en el perfil que el propio Chino escribió en el libro “Historia de Santo Domingo, Desde la orogénesis hasta el año 1992”, a cuyas correcciones y rectificaciones atribuye Ambiórix el derrame cerebral que lo llevó a la tumba. “Los años 1964 y comienzos de 1965 los pasó vendiendo pan y dulces en su casa del ensanche Ozama… se integró a la contienda y permaneció en las trincheras del honor dominicano hasta la culminación de la Guerra Patria de abril en la cual fundó y dirigió el diario Patria, de amplia circulación mundial, tal vez el periódico dominicano que ha circulado por todo el orbe planetario”, escribió Ferreras, quien también refería haber sufrido dos atentados fallidos.
“El primero fue en 1967, la camioneta en que viajaba fue volcada frente al puesto de la Policía Nacional en La Cumbre, en la divisoria de las regiones Norte y Sur, en la autopista Duarte”. En la segunda tentativa, en 1973, un agente gubernamental encubierto le propinó varios garrotazos “que casi lo matan”, mientras laboraba en una cafetería que regentó durante seis años en la facultad de economía de la UASD, por haber hecho un relato demasiado fiel de un personaje en su libro titulado Chapeo, agrega Ambiórix.
Perfil. Ramón Alberto nació el siete de agosto de 1930 en San Francisco de Macorís, hijo de Aquilina Paula María Ferreras y Eloy Moral Franco. Se inició niño en la lectura en la biblioteca Eugenio María de Hostos de San Francisco de Macorís. Realizó estudios elementales en las escuelas República de El Salvador y Argentina y secundarios en los liceos Ercilia Pepín y Eugenio María de Hostos. Estudio Mecanografía y contabilidad en los institutos Eduardo Abreu, de San Carlos, y Nacional Mercantil de su pueblo natal. Allí hizo estudios musicales con Rafael Pimentel en la Academia Municipal graduándose de ejercitante de trompa.
Fue miembro de la Aviación Militar Dominicana (Fuerza Aérea) y empleado de Obras Públicas durante el trujillato cuando publicó “Las obras públicas en la Era de Trujillo” y “El aprovechamiento de los recursos hidráulicos en la Era de Trujillo”, según él, obligado por las circunstancias.
Miembro fundador del periódico El Estudiante Católico, fue corresponsal de El Caribe, del que luego sería redactor, y de La Nación hasta 1955. El exterminio contra los expedicionarios de junio de 1959 lo motivó a romper con el régimen y a ingresar al 14 de Junio como fundador. Defensor de la Revolución cubana, estuvo preso desde enero de 1960 hasta el ajusticiamiento del tirano. Sostuvo una estrecha amistad con Manolo Tavárez, Máximo López Molina y Guido Gil.
Otros periódicos fundados por él fueron el 14 de Junio, que también dirigió, y Claridad, con Ramiro Alfredo Manzano Bonilla, Francisco Alberto Malagón Díaz y Rafael Valera Benítez, en 1962. Duró 10 semanas.
Era monaguillo auxiliar del padre Luis Federico Henríquez y mochilero, ayudante de cazador de su tío Félix Manuel Ferreras.
Fue el padre de Alberto, hijo de Ramona Agramonte Rosario; de Ramón Alberto, José Alberto (Pepín) y Carmen Albertina, frutos de su matrimonio con Carmen Luisa Cruz Rosario; y de Ambiórix Alejandro y Rocío Deseada de la Paz, hijos de Martina Ventura Rodríguez.
Estuvo entre los fundadores del barrio Manganagua donde se le recuerda con agradecimiento porque dotó al sector de un consultorio médico, ayudó a construir un colegio comunitario, celebraba con todos las Navidades y albergó damnificados del ciclón David.
Aunque se le cuestiona no haber sido un investigador riguroso, ni cuidar bien sus ediciones, publicó más de 36 libros, todos agotados. Poseía una amplia biblioteca que su viuda donó al ayuntamiento de San Francisco de Macorís. Su hijo Ambiórix está revisando sus libros para reeditarlos. Uno de ellos, Guerra Patria, es la historia de la Revolución de Abril.
Derrame cerebral. Ambiorix cuenta que precisamente un libro fue la causa de la muerte de su padre, a los 63 años de edad. La secretaría de Educación se lo había aprobado para maestros, y “aunque le ordenaron no forzar mucho el cerebro porque era diabético”, debió modificar muchos puntos observados por una comisión de técnicos, ya que abarcaba hechos recientes. Murió días después de entregarlo. Muchas de sus obras fueron premiadas, algunas están siendo vendidas por editoriales extranjeras, según ha confirmado Ambiórix.
Ni en San Francisco de Macorís ni en Santo Domingo se ha rendido reconocimiento a su memoria, significa el hijo. “Pienso que alguna calle o biblioteca debería llevar su nombre por sus aportes, aquí mismo, en Manganagua podría asignársele una vía”, opinó.