El chiquero de San Luis

El chiquero de San Luis

Temporada de huracanes y de cumbres, de foros y perfiles. Temporada de afán societario y a veces sectario, de denostaciones y suplantación antojadiza. Temporada de denuncias y reiteración de miserias penales cuya persistencia obnubila y pervierte. Es la interminable rueca de la intención fallida, de imputar sin solucionar.
Es la agenda coyuntural que no remedia, muestrario de deseos y reclamos. No hay constancia. La demanda es impuesta, la vocinglería se activa después de ententes que sirven para ratificar mandos y exhibir mandobles. Es fementida la soflama de la concertación. Es una efímera militancia que aspira contundencia. Los desvaríos en el Poder Judicial, por ejemplo, son conocidos por aquellos que usan el mismo, empero, solo denuncian los males cuando afecta sus predios. Tienen sus jurisdicciones privilegiadas para la afrenta. Pretenden tribunales patibularios para sus escogidos y olvidan el día a día que engrosa fortunas, gracias a la extorsión y al desenfado. Chicana con tecnología y maestrías, con alardes deplorables de honorabilidad tasada. La bonhomía con cuota Litis que prefiere el arreglo y la validación del estrado complaciente y asustadizo.
Nada nuevo puede decirse cuando el presidente de la Suprema Corte de Justicia reconoce la orfandad del poder que preside. La novedad sería desenmascarar a quienes se lucran con el desastre que propalan. Poder Judicial vilipendiado, apto para conspicuos titiriteros que escogen las marionetas y mueven los hilos. Igual ocurre con el desempeño del Ministerio Público.
Lo expuesto no desconoce, menos niega, la displicencia, incapacidad y prevaricato, que ofende y ocupa pasillos, furgones y salas de audiencias. Tampoco niega ni desconoce la rutina que engrosa archivos, la diligencia espuria, la genuflexión. El temor a la ira y al disgusto de sectores poderosos que se encargan de difundir el descrédito y la deshonra. Todos saben y persisten. Y cuando una denuncia no ha sido planificada ni proviene de sus huestes, retuercen y desdeñan.
Cualquier abogado en pleno desempeño de sus funciones, cualquier abogada de ejercicio constante, per se, o gracias a interpósita persona, conoce los detalles de la malaventura carcelaria nuestra. Enmascarar la realidad o justificarla enumerando conquistas del nuevo modelo, que no es nuevo, es válido, pero alegar ignorancia es improcedente. Los antros penitenciarios nacionales son territorios dantescos sin dolientes. Con sus círculos, como el infierno, para sonrojo de quienes permiten y cotizan los privilegios, apañan los excesos y abusos y callan.
La vigencia de la miseria penitenciaria fue remachada en este espacio, los días 13 y 20 de junio. Bastó la referencia a artículos de décadas y lustros anteriores. Más de lo mismo con indexación. Continuidad de las prácticas dolosas con digitalización.
Intermediarios que no se esconden e inician su trabajo desde el vestíbulo del Palacio de la PN, en el DN y en los destacamentos policiales de los distintos parajes y municipios. La complicidad entre gestores y beneficiarios.
La semana pasada se produjo la reedición de la alharaca habitual y fantoche. La reacción fue provocada después que la Defensora del Pueblo mostrara su indignación por las condiciones de una cárcel en San Luis, Santo Domingo Este. La veteranía de Zoila Martínez Guante reveló el chiquero. Espacio para ratas que almacena personas privadas de su libertad de manera preventiva. El alarde ocupó un fugaz espacio. Las autoridades conocen el funcionamiento de esas sentinas. Los abogados saben cómo agolpan a sus representados. Omitir que abundan réplicas de esa ignominia en el país, sería desfachatez. Mantener esos espacios desdora logros innegables en otros recintos. Escasea el financiamiento, menos para la transformación de las cárceles que para mantener en la palestra el tema. Interesa poco a las centenas de organizaciones pías, con presupuesto espléndido, en dólares y euros. La orden para incluirlo en las agendas, no llega, de modo que el problema no existe. Ojalá que alguno de los vigilantes ultramarinos de la institucionalidad criolla incluya en sus proyectos el asunto. Quizás la oferta de visado permanente entusiasme a sus amanuenses y acaten la propuesta.

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