A principio de los 1950, se anunció un equipo de beisbol del Cibao. Mi hermano dijo que, lógicamente, el Cibao era verde, y tía Lola nos hizo gorras verdes que el bulín no permitió que luciéramos. Recientemente, los nordestanos, con mejor lógica, pegaron que “el Cibao es Gigante.
Frases, personajes y productos se pegan por su genuina creatividad y buen “marketing”, y porque los dirigentes “se fajan”. De todo eso ha habido en las Estrellas Orientales, donde su actual directiva ha hecho caso a los estudios de mercado y ha puesto dinero y entusiasmo personal para levantar su equipo.
Quienes somos observadores o entusiastas del deporte hemos ido adquiriendo nuevos hábitos respecto al seguimiento de deportes diversos. Es imposible, por ejemplo, no simpatizar con “las reinas del Caribe”, y hasta con sus promotores.
Pero ir al play no siempre es fácil, aunque los medios modernos y los aparatos de alta definición permiten disfrutar los espectáculos deportivos, y hasta las repeticiones de las buenas jugadas, alegatos y confrontaciones, y hasta establecer uno mismo, quién tuvo la razón o si hubo trampa.
Ahora es fácil seguir con entusiasmo a nuestros jugadores estelares y a los jóvenes prospectos, y migrar con ellos de un equipo para otro, pasarnos de Houston a los Yanquis o de Toronto a Boston, cuando un equipo los adquiere.
Personalmente, más que ser fanático, me gusta el buen beisbol, y todo deporte y arte bien ejecutados, especialmente cuando hay algo de nacionalismo o regionalismo involucrados, pudiendo uno perfectamente disfrutar del triunfo de Brasil sobre Italia, o de España contra Rusia.
Pero también usted puede sentirse impresionado por el esfuerzo y la moral de un equipo y de su dirigencia. O, al contrario, dejar de interesarse por aquellos cuyos dirigentes salen a diario peleándose entre sí, denostando figuras a las que la fanaticada respeta y recuerda con cariño.
Los dirigentes de estos equipos tienen que aprender mucho del “markétin”, (como dicen los españoles) y de las RRPP. Porque la cosa está en el manejo de los medios, y “el medio es el mensaje”, como explicó McLuhan.
Nadie debe abusar de la fanaticada, contando con su lealtad hasta la muerte; y por su parte, los fanáticos nuevos empiezan eligiendo sus favoritos espontanea y libremente. Y aún los mayores, también estamos aprendiendo a no dejarnos chantajear por fanatismos y regionalismos mal manejados.
Personalmente sigo siendo aguilucho porque siendo adolescente, de tanto perder las Águilas, me cambié para Licey pero me retracté antes de una hora porque esa deslealtad me hizo doler el estómago.
Entonces aprendí a no comprometer mis emociones en cosas fuera de mi control, y solo involucrarme en series cortas, eliminatorias y finales.
El retorno de Las Estrellas, por su parte, le da equilibrio al beisbol dominicano, equipo que, desde Tetelo Vargas para acá, ha producido muchas grandes figuras. Las cosas aun no concluyen, pero el torneo se ve serio y verdaderamente profesional, y hasta el Licey se luce batiéndose con honor en retirada.
Pero, como otros cibaeños, exclamamos: ¡El Cibao es Verde… y estrellista!