El cine o Marlon Brando

El cine o Marlon Brando

Ir al cine es como leer un libro. Las películas nos ponen en contacto con la cultura, nos abren nuevas oportunidades de entender el mundo. Así, desde la imagen, el movimiento, la interpretación y la narración, leemos, igual que hacemos con un libro porque para poder completar la película se nos exige una lectura, tanto en lo racional como en los sentimientos. ¿Qué otra cosa es leer, sino descifrar los símbolos?
Ir al cine, sin embargo, no sustituye el efecto de un buen libro, no es lo que quiero decir, pero tampoco al revés. Lo que la lectura de un libro es a la cultura también lo es el cine para todos los seres humanos que nacieron después de su invención y masificación. Todos podemos y debemos construir nuestra propia cultura leyendo no sólo lo que nos brinda el estante de novedades en una librería sino los más adustos y a veces relegados clásicos que se esconden en los tramos más inaccesibles.
La cultura se construye con lo que una vez novedoso también fue genial. Mucho de lo que somos, porque en gran medida somos al decir, se lo debemos a lo que alguien escribió hace siglos. Hay que leer a partes iguales lo que hoy se produce con lo que otrora se nos legó.
Gracias a la tecnología esa otra forma de llegarnos la cultura: el cine, también puede y debe ser leído desde un esfuerzo de búsqueda y construcción. Desde el ya casi obsoleto VHS, hasta el DVD, la oportunidad de revivir cuando y cuantas veces queramos una película, nos permite mantener viva nuestra propia historia de creencias y sensaciones. El ser humano de hoy tendría limitada su memoria histórica sino fuera por las películas. El que no recuerda al menos una película, aún incluso si recuerda un buen libro, está cerca del analfabetismo.
Películas y libros son desde mi punto de vista, dos vías para humanizarnos. Y así como la muerte de un gigante de la escritura, como lo fue Borges o Neruda, debe sobrecogernos, la muerte de un gran cineasta, actor o director, debe tocar las fibras espirituales de la cultura. El jueves primero de julio, a los 80 años, murió Marlon Brando.
Los cinéfilos recordaran a Marlon Brando por sus maravillosas interpretaciones en Apocalipsis Now, donde describió lo que la locura de la guerra puede hacer en un hombre; El Padrino dónde nos mostró cuan frágil era nuestra lealtad y respeto a la ley frente a la simpatía por un mafioso; El último tango en Paris, donde nos enseñó mucho más que el uso de la mantequilla; o Un tranvía llamado deseo, dónde mostró la psicología del abusador; solo por mencionar unas cuantas. Algunos lamentablemente, sólo lo recordaran como una línea de la chismografía industrial que promueve Hollywood en algún tabloide.
Siempre es lamentable que teniendo la oportunidad de despertar las eternas sensaciones que un libro o una película puede brindar haya quienes renuncien a ver más allá del menú que la actualidad brinda. Es cierto que algunas obras han sido justamente olvidadas; pero también es cierto que libros y películas memorables a veces mueren de olvido por nuestra insensibilidad.
Se, con la escasa certeza que se nos permite en este accidentando comienzo del siglo XXI, que Marlon Brando será difícil de olvidar. El Padrino parece ser una buena garantía de que muchas generaciones por venir hurguen en la filmografía del mejor actor americano del siglo XX. Su manera de actuar, de leer un personaje e interpretarlo para los otros, es un modelo igualable, quizá, pero difícilmente superable.
Marlon Brando consideraba la actuación la menos difícil de las artes. «En cualquier momento que queremos algo, o cuando queremos ocultar algo o fingir, estamos actuando. La mayor parte de la gente lo hace todo el día». Dijo el gigante del cine.
Quizá cuando descubrió eso, decidió ser autentico en la vida real y actuar sólo en el cine. Autentico y sensible, sus amigos cuentan su desprecio por la hipocresía en la vida cotidiana. Seguro de sí, dijo que sólo actuaba por dinero y que por la cantidad que recibía, igual hubiera limpiado pisos. Suerte para nosotros que alguien decidió pagarle por el raro privilegio de ver a un inmortal.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas