El cinismo tipo israelí

El cinismo tipo israelí

La expresión cínico se aplica a quien comete actos vergonzosos, particularmente decir mentiras, sin disimular y sin sentir vergüenza. También se le llama desvergonzado, impúdico o sinvergüenza. De ahí que cuando el gobierno de Israel habla de paz, miente a sabiendas de que durante 40 años se ha negado a cumplir con los acuerdos firmados ni aceptar las sanciones de la comunidad internacional.

Además, ha ocupado territorios palestinos a través de una descomunal violencia donde ha establecido comunidades judías con carácter permanente. Israel prefiere ahora inventar excusas para desarrollar una nueva etapa de su criminal política, temeroso de que el próximo Presidente estadounidense no esté dispuesto a avalar sus actividades genocidas. El cinismo es la norma israelí porque son capaces de decir las mentiras más grandes con una naturalidad espantosa y sin inmutarse.

Cuando leí en la prensa el anuncio del presidente Fernández de que había indultado a un grupo de delincuentes por razones humanitarias y cristianas sólo atiné a pensar en la situación del Medio Oriente. El informe sobre la pobreza emitido por el Banco Mundial nos dice que, debido a la crisis económica y financiera del período 2003-2004, la proporción de dominicanos con ingresos insuficientes, que no les permitía satisfacer sus necesidades básicas, aumentó en  50%. Además, el número de pobres extremos se duplicó. Millón y medio de dominicanos pasó a ser pobre y otros 670,000 compatriotas cayeron en la pobreza extrema. La miseria se extendió por todo el país, aunque los hogares urbanos fueran, particularmente, los más afectados. ¿Quién provocó toda esa miseria? ¿Quiénes fueron los responsables de esa crisis financiera que provocó profundos malestares a tanta gente?

Siempre le he admirado al Mandatario su magnífica memoria, sin menospreciar su apreciable nivel de inteligencia. Pero parece que el presidente Fernández no les reconoce a los dominicanos el nivel mínimo de inteligencia requerido para diferenciar la verdad de la simulación. ¿Cómo puede el Presidente hablar ahora de humanismo y cristianismo cuando privilegia a los que provocaron daños a millones de dominicanos e ignora a los que cayeron a una vida más miserable como consecuencia de aquellos actos delictivos?

Hubiera sido preferible que no tratara de justificar el exabrupto de los indultos, ya que su credibilidad se ha visto muy lesionada por las interesadas explicaciones que ofreció a la opinión pública. Uno de los aspectos que más rechaza el pueblo llano es cuando el Presidente se refiere a algunos temas que insultan la inteligencia popular. Es cierto que no somos un pueblo educado y, por lo tanto, fáciles de engañar. Pero todo tiene su límite, no somos tan brutos como en realidad se nos supone desde el Poder Ejecutivo.

El humanitarismo real le debe ser recordado una y otra vez al presidente Fernández a través de lo que el pueblo sufrió cuando tenía lugar la estafa del Baninter. Millón y medio de dominicanos cayó por debajo de los niveles de pobreza. La desesperación se apoderó de ellos y muchos murieron, algunos de ellos suicidados, porque perdieron otra oportunidad de salir de la miseria que los agobiaba. Nunca el presidente Fernández se vio conmovido porque tal cantidad de dominicanos sufriera tanto. Sin embargo, ahora se muestra tan preocupado y tan ocupado por perdonar a quien fue artífice de aquella masiva estafa.

Como si aquellos ciudadanos dominicanos que se empobrecieron repentinamente por la crisis económica que provocó aquella malversación masiva no fueran seres humanos. El doctor Fernández más bien se ocupó entonces de politiquear con las miserias de los dominicanos más pobres tratando de culpar al gobierno de Hipólito Mejía por la estafa de Baninter. Asimismo, nunca mostró gran interés por la persecución y por la condena de estos delincuentes.

Su omisión, su timidez en perseguir esos desfalcos fue más que evidente, tal como ha sido negligente para perseguir y castigar actualmente la corrupción entre sus aliados. Quizás olvida el presidente Fernández, dentro de su cristianismo, que otorgar impunidad a los que, conscientemente, violaron el séptimo mandamiento estimula a otros malandrines a repetir ese delito, a la vez que condena a la ciudadanía a la miseria plena. De la misma manera, debía recordar que el cinismo israelí no es un buen ejemplo a seguir.

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