El clamor de Francisco: ¡Nuestro barco hace agua!

El clamor de Francisco: ¡Nuestro barco hace agua!

Me pareció muy justa la forma como este diario (Hoy) tituló la noticia acerca de la encíclica el papa: “El papa Francisco pidió (…) una revolución cultural para corregir lo que describió como un sistema económico `estructuralmente perverso” en el que los ricos explotan a los pobres y que convierte la Tierra en un “inmenso montón de porquería”. Como se ve, esta encíclica denuncia frontalmente el capitalismo mundial como el responsable del enorme deterioro del medio ambiente y del planeta Tierra. En otras declaraciones, Francisco llama a los fieles de diferentes religiones a cuidar el planeta.

La Encíclica papal “Laudato Si” tan solo fue destacada en la prensa local como una alarma por la degradación del hábitat, que aunque ciertamente lo es, el enfoque de la encíclica es el de identificar y responsabilizar sin rodeos ni ambages a los verdaderos responsables.

Lo cierto es que este argentino Obispo de Roma ya nos ha acostumbrado a sus declaraciones certeras y responsables. Y seguramente, el tono y estilo de esta acusación a los verdaderos responsables de la crisis ambiental, se debe a que los medios de prensa y los centros de decisión política mundiales, han estado eludiendo el tema: la magnitud del daño o pasivo ambiental, a menudo creando confusión acerca de la inminencia y el tamaño del catastrófico problema. Pero el prelado va directamente a llamar las cosas por su nombre, denunciando al sistema económico, en un tono no menor al que utilizaban antaño los autores y los líderes del socialismo marxista, señalando la raíz humana del mal, esto es, “la explotación de los pobres por parte de los ricos”; el siervo de Cristo tampoco escatima rudeza alguna para significar que ese sistema ha convertido el planeta en “inmenso montón de porquería”.

Pero el hermano Francisco está apelando a todos los humanos. A los líderes religiosos mundiales, como a todos los ciudadanos de a pie también. Porque la contaminación no es solo un asunto de perversos desarrollos de las relaciones de explotación del hombre por el hombre, sino también de la forma como el aparato tecnológico productivo y bélico depreda y contamina el medio ambiente. Pero se trata, además, de una mentalidad, una cultura globalizada, un modo de concebir a las demás congéneres y demás especies, y a mismísimo suelo común de donde sacamos nuestro sustento. La depredación es una conducta natural de cualquiera de las especies, pero también es el producto de un aprendizaje, y de imitación y de contagio. Un baño limpio, solamente permanecerá así hasta que un desaprensivo eche un papel sucio sobre el piso; luego del segundo papelito, antes de de media hora el baño es un asco.

Todo basural improvisado en un vecindario, empieza por un envase plástico tirado al descuido. Luego de la primera basura, las demás se acumulan rápidamente. Después de permitir al primer compañerito que saque arena y materiales de un río; detrás de él, los compañeritos con negocios de materiales formarán una mafia capaz de destruir todos los lechos y los ríos del país.

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