El clamor del general Noble Espejo

<p>El clamor del general Noble Espejo</p>

UBI RIVAS
Cuando los soldados de la patria abordan la reflexión y con ella exponen juicios de valores que concitan al consenso para logros señeros de la patria, pienso que es una ocasión que por ningún concepto debe minimizarse.

Es lo que ha sucedido con el mayor general EN José Eliseo Noble Espejo, director del Instituto Superior de la Defensa 27 de Febrero, el 13 de diciembre último.

El mayor general Noble Espejo es un oficial general no solamente con densos estudios académicos concerniente a su profesión de soldado de la patria en nuestro glorioso Ejército formado y sustanciado legalmente por el general Pedro Santana en el alba de la nacionalidad, sino que es hombre que disfruta con fruición del hábito de la lectura siempre.

En tiempos relativamente reciente, esa arista del cuartel era muy rara, esporádica, primero porque la Era de Trujillo limitaba a los militares, como todos entienden,  abordar inclusive temas conectados con su quehacer profesional, para que no despertara la mínima sospecha de El Jefe, celoso hasta la morbosidad de su poder omnímodo.

También en la Era Balaguer la secuencia de militares escritores fue muy magra, porque el etnarca de Navarrete era asaz suspicaz con sus funcionarios y, además, entronizaba la cuña de la división en el estamento militar, como aconteció con el llamado Grupo de San Cristóbal que encarnaba el mayor general EN Neit Nivar Seijas y el grupo de La Troika que presidía el mayor general EN Enrique Pérez y Pérez.

El mayor general Noble Espejo abordó en su ponencia, en ocasión a la segunda promoción del INSUDE, el logro de la institución docente luego de una década de esfuerzos encaminados con las autoridades pertinentes para su reconocimiento formal y legal.

El alto oficial general, hombre de maneras calmas, que condimenta su rica conversación siempre con alusiones de clásicos griegos, lo que denota no solamente su bien acendrada cultura, sino su vocación por filosofar, se refirió en la ocasión al deber ineludible que nos reta a los dominicanos en unirnos para obtener los logros altos en estructurar una República cada vez más coherente, y “formar una América cada día más rica, más unida y por sobre todas las cosas, cada día más soberana”.

Es el punto más importante de su breve alocución, por cuanto sin aludirlo de manera específica, lo infiere de manera taxativa en el hecho de que nuestra soberanía está seria y peligrosamente eclipsada por la riada de haitianos indocumentados que nos asfixian, tema que no pocos eluden, pero que resulta un enalteciente tema sabatino en El Nacional, de otro alto general en la persona de Rafael Radhamés Ramírez Ferreira, director de la DNCD.

La ley 285-04 que regula todo lo concerniente a la política migratoria del Estado dominicano es letra muerta, como un sin número de leyes más, la 36, la 241, básicas para el ordenamiento de una sociedad con pujos pretenciosos de modernismo, civilización, referencias de consenso aceptables, que no es lo que precisamente acontece hoy.

“No es que los ciudadanos con conciencia individualistas y apegados a los procesos de conductas perjudiciales son más, lo que sucede es que los que queremos el bienestar del Estado andamos dispersos”, puntualizó Noble Espejo.

Señalizó el disertante las características referentes de un Estado real, obtención de servicios prioritarios, propiciar el entendimiento entre todos y las respuestas a las necesidades que clama por su solución la sociedad, atributos y/o responsabilidades que se presume fueron de los dirigentes de la cosa pública, que culmina con la promoción del bien común.

Una pieza sin desperdicio, un mensaje positivo, un clamor que debe concitarnos a todos a respaldar, para que el llamado del general Noble Espejo no se difumine en el desierto de la indiferencia irresponsable y cobarde.

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