El clamor hispano

El clamor hispano

Los inmigrantes hispanos residentes en los Estados Unidos acaban de dar una demostración de fuerza que se corresponde con el papel que millones de ellos juegan en la economía, para expresar su disgusto con los drásticos cambios a la ley de migración propuestos por el Gobierno.

Su protesta está basada en el justo principio de que la inmigración o permanencia ilegal en territorio estadounidense, si bien constituye un delito, jamás puede ser tipificada, como se pretende, como un crimen con todas sus agravantes.

La gran mayoría de los inmigrantes, y particularmente los hispanos, legales o indocumentados, están dedicados a ganarse la vida honradamente, Eso explica su gran contribución a la economía de los Estados Unidos y el volumen importante que representan las remesas que envían a sus familiares.

Esto no pretende ocultar el hecho de que una minoría está dedicada a actividades reñidas con las leyes, y son generalmente éstos los que forman parte del grueso de los repatriados después de cumplir condenas por tráfico de drogas, homicidios y otros crímenes.

En un escenario ideal, si se paralizase por una semana la mano de obra hispana en los Estados Unidos, la economía de ese país se vería en indudables dificultades, toda vez que, mayormente, los inmigrantes son los que realizan aquellos trabajos que para el estadounidense resultan denigrantes, infamantes.

La manifestación deja claro que la importancia de los inmigrantes en la dinámica económica estadounidense les hace merecedores de un trato muy diferente al que se pretende, y que para los casos de aquellos que han logrado asentarse y dedicarse al trabajo honrado, deberían crearse las oportunidades pertinentes de legalización, como han pretendido siempre Estados Unidos y otros países amigos de Haití que este país haga con los inmigrantes haitianos.

Los hispanos, con su clamor,  han dejado sentir su peso en la sociedad estadounidense y ahora sólo queda aspirar a una respuesta en concordancia con ese peso.

Ejemplo

El Parlamento italiano cuenta entre sus miembros a una diputada de señas muy particulares.

Mercedes Frías, que no nació en Toscana, Florencia, y ni siquiera en Italia, sino que es dominicana de pura cepa, ganó una curul con un margen de votos holgadamente más amplio que el requerido por ley, venciendo entre 630 candidatos aspirantes a escaños.

La ciudadanía italiana la adquirió por haberse casado con un italiano que la ayudó a emigrar y del cual se separó años más tarde.

Su estada en Italia la dedicó a superar las taras de su condición de latina, a crecer y organizarse como activista política hasta conquistar una regiduría por Toscana, en 1993. Su carrera política ha sido, sin duda exitosa. Su proclama es que el hecho de ser inmigrante no debe restarle confianza en sí mismo a ningún dominicano. Su premisa le ha dado buen resultado y ojalá muchos se esfuercen por imitarla en otros lares y también en la tierra natal.

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