El clientelismo y el azar:
Ideología de un sistema fallido

<STRONG>El clientelismo y el azar:</STRONG><BR>Ideología de un sistema fallido

 Rafael Acevedo
La ausencia de discusión entre los intelectuales del establisment, así como la falta de  planes estratégicos de desarrollo nacional no son sino los síntomas de una situación de Estado fallido,  y de modelo socio-económico y político agotado.

Una de las características de esta situación es el abandono total del análisis histórico, dialéctico o sistémico, del orden de cosas, de la sociedad y del país. Implica un sometimiento tácito al modelo oficial de pensamiento culturalista que no considera variables geopolíticas claves, y llega al extremo de ni siquiera considerar el impacto de la migración haitiana en el modelo, y ni qué decir de variables tales como la dependencia y el parasitismo que crean las remesas, los efectos del lavado de dinero y el flujo de capitales aventureros hacia nuestro país, como factores principales de un crecimiento económico estructuralmente precario.

A nivel del discurso habitual de los políticos del sistema y de sus reproductores pagados o   ingenuos, así como al nivel de la conciencia del ciudadano común, se manejan varios elementos que condicionan y opacan el entendimiento de nuestra diaria experiencia existencial: el clientelismo, el particularismo, la santería, el fatalismo  y el azar; tanto  en el plano político, en el económico, así como en el de las relaciones interpersonales y en la esfera de lo psico-espiritual.

La insuficiencia del sistema para satisfacer las necesidades y expectativas de la población, lleva a que dirigentes ni líderes, ni gente común, se atrevan a pensar en soluciones verdaderas, despojadas de estos condicionantes ideológicos.

El dominicano común se acostumbra a pensar que un trabajo puede y tiene derecho a conseguirlo quien tenga un papá bien relacionado o un enllave político; una casa o un carro, el que tenga la suerte de sacarse la loto o una rifa de supermercado, “con ayuda de la virgen”. O si se tiene la dicha de ser regidor, artista o pelotero, o se es buenamoza y encuentra quien la mantenga, se tienen conocidos que arreglan papeles para la visa, o unos amigos narcotraficantes.

Hay  censura y auto-censura en cuanto preguntarse por qué no funciona el sistema para las mayorías, y sobre su aparentemente inevitable  colapso. El clientelismo, el particularismo, el azar, la lotería, la superchería, el carnaval y el consumismo; como un pulpo  que además enturbia nuestra visión, nos atrapan, nos impiden ver nuestra realidad y buscar alternativas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas