El CMD y la lucha salarial

El CMD y la lucha salarial

No hay dudas, el desarrollo de un país está medularmente vinculado, entre otras cosas, a mantener indicadores sanitarios aceptables (mortalidad materna, mortalidad infantil, expectativas de vida…)

Sin importar cuán hábiles seamos al posicionar en los espacios mediáticos una visión de política sanitaria distorsionada, apelando a las condiciones fácticas de las que se usufructúa en ese momento (utilizando artilúgios típicos de tiempos decimonónicos) es apostar a la persistencia de las taras que nos tienen empantanados, a pesar de la promulgación de leyes que debieron suponer un avance en materia de salud.

En verdad de lo que se trata en este proceso de lucha, es de persistir en la conquista de un espacio realmente equitativo en las tomas de decisiones, como actores de primer orden que somos en las cuestiones que tienen que ver con la agenda sanitaria.

Casi excluidos al elaborarse las leyes 42-01 y 87-01 hemos tenido que apelar permanentemente a métodos resolutivos que pudieron y debieron ser superados por espacios de concertación y de diálogo franco y productivo.

Tal como lo expresa Amartya Sen (Premio Nobel de Economía 1998): Ser partícipes dentro del concierto de actores “para expresar nuestras capacidades y nuestras libertades”.

Sin hacer un ejercicio epistemológico del momentum, de seguir las cosas como van, se continuará profundizando el caos ya que “se vienen delegando funciones sobre premisas de descentralizar y desconcentrar a quienes no han sido preparados para ejercer esa autoridad (Tad Palac, representante de la UNICEF, marzo 2007). Las funciones no se separan por decreto.

El CMD siempre ha estado dispuesto a transitar con todos los actores que integran el Sistema la ruta crítica necesaria para dotarnos de un mejor andamiaje sanitario.

Sin embargo, esta voluntad ha sido perennemente torpedeada no sólo por otros actores, sino por el propio Ministerio de Salud para mantenernos (en un ejercicio vano y fútil) execrados de los mecanismos de dirección, haciéndose los graciosos unos a otros, estableciendo sociedades simbióticas con fines no del todo claro.

Que nadie se llame engaño, así no se podría avanzar. La actual situación amerita de una voluntad incluyente, ocho años son más que suficientes; sin embargo, cualquier salida a esta crisis deberá pasar necesariamente por abordar los siguientes tópicos:

– Incremento del porcentaje del Producto Bruto Interno (PBI) destinado a salud; se ha valorado un 0.5% anual por 4 años. (SESPAS propone en un 5% del PBI para el año 2015).

– Realización de un Plan Operativo Anual que abarque de 7 a 8 provincias por cuatro años, con el objetivo de implementar el Seguro Familiar de Salud en los cuatro regímenes.

– Retomar la ruta crítica descrita en principio para la Red Pública de Salud que incluía: Servicio Nacional de Salud,  Servicios Regionales de Salud, Sistema de Referencia y Contra Referencia, Consejos de Administraciones de las PSS, etc.

– Retomar el artículo 173 a los fines de establecer un salario base digno, acompañado de un glosario de incentivos, muchos de los cuales están consignados en la ley, amén de reiniciar cuanto antes los concursos médicos.

– Solución definitiva a la situación de la Pasantía de ley.

– Solución institucional para la situación económica que impacta sensiblemente a casi mil jubilados y pensionados, tanto de SESPAS, como del IDSS.

– Solución institucional y definitiva a la virtual e inminente desaparición del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS).

Se conoce que hay serios planteamientos de la dirigencia de esa institución, en el sentido de proponer que el Estado incorpore al IDSS a la Red Pública, como única garantía de su permanencia ante la virtual desaparición de la ARS de dicha instancia de salud.

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