“El coco mayor”

“El coco mayor”

Serían las primeras horas de la tarde del día 16 de febrero del 1973, cuando fue oída del elevado de una loma donde un puñado de guerrilleros se guarnecía luego de un feroz combate con tropas militares del gobierno, una comunicación radial que anunciaba : “A todas las águilas, a todas las águilas, aquí el capitán Mejía, tengo al caco mayor, al Coco Mayor y dos heridos.”
El Coco Mayor era Román, seudónimo del Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, líder del brote guerrillero de Playas Caracoles y del movimiento Constitucionalista de Abril del 1965, que culminaría en Guerra Patria contra la grosera intervención norteamericana y sus aliados. Los dos compañeros heridos en combate Armando (Alfredo Pérez Vargas) y Eugenio, (Eberto Giordano Lalane José, “El Fiero”) junto con Román, fueron trasladados al cercano poblado de Nizaito, donde, a la caída de la tarde, se presentó el comando mayor de las Fuerzas Armadas, representado por los generales, Contraalmirante Ramón Emilio Jiménez Reyes, Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas; Mayor General Enrique Pérez y Pérez, Jefe del Estado Mayor del Ejército Nacional, y el General Juan René Beauchamps Javier, para interrogar y decidir la suerte de los prisioneros, habiendo sostenido previamente un encuentro con el Presidente de la República Dr. Joaquín Balaguer Ricardo, y acordado que no había cárcel suficiente para encerrar a Caamaño porque “Caamaño vivo era una fuerza movilizadora popular de enormes proporciones contra el corrupto gobierno. Caamaño muerto significaba una pírrica victoria, importante sí para Balaguer y los norteamericanos, porque con ella se “eliminó una gran reserva política del pueblo dominicano.”
“A partir de ese momento (17 de febrero 1973), quedaba el pueblo dominicano sin una figura carismática, de integridad moral, y con condiciones para lograr la unidad revolucionaria”, nos sigue narrando Hamlet, convencido de “que todo hombre caído en el camino de la liberación de su patria es un árbol que dará sombra y abrigo a las generaciones revolucionarias del futuro.” Algo que olvidan sus matadores y asesinos. Asesinos de la Patria.
43 años después de haber perdido “al más grande líder patriótico antiimperialista que ha producido la historia dominicana” y cuando la parca impiadosa, de manera trapera, nos ha arrebatado inesperadamente a Hamlet Hermann sobreviviente, junto con Sergio (Claudio Caamaño) de la Guerrilla de Caracoles, quien fuera, sin lugar a dudas, el más auténtico, consecuente y acucioso investigador y narrador presencial de esa contienda épica, digna de Homero, justo es que junto con aquellos revolucionarios que dieron su vida combatiendo en las montañas solitarias, honremos también su nombre.
Los cadáveres del “Coco Mayor”, “el cuco que asusta a los malos” y de dos heridos mostrados en mostrenca rueda de prensa, fueron robados al pueblo y a sus familiares. Desaparecidos, como tantos otros, para que el crimen quede impune. Una flor sobre el mar y un rezo quedan:
“Duerme en paz, compatriota y amigo querido, que yo digo de ti lo que la historia ha dicho del héroe griego: bajo el cielo azul de tu patria, no hay tumba más gloriosa que la tuya.” (Máximo Gómez).

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