El coco; su utilidad en la cocina

El coco; su utilidad en la cocina

De forma casi natural asociamos al coco (Coco nucífera) con el Caribe, pero, para nuestra sorpresa, cuando los europeos llegaron a América este fruto no existía en nuestras costas. Había palmeras, pero no todas las palmeras son cocoteros. Su origen se ubica en la zona tropical de Asia y el Pacífico. Así pues, no debe extrañarnos la deliciosa presencia del coco en los curries de las cocinas asiáticas, desde la Malasia hasta la India.

El nombre sánscrito del cocotero, halpa uriksha, significa «árbol de la vida» y resulta sumamente atinado ya que tanto de la fruta como del árbol y sus hojas se derivan usos alimenticios, agrícolas, cosméticos, medicinales y hasta para la construcción de viviendas y la elaboración de artesanías. Curiosamente, el nombre con el que lo llamamos en español se deriva del personaje mítico que ha asustado a los niños por generaciones: el otro «coco». Cuentan que los compañeros del portugués Vasco da Gama lo llamaron así cuando, en 1498, lo encontraron en las costas de la India. Su forma redonda y peluda, así como los tres agujeros de su superficie, les recordaron la cabeza del horrible «coco» de sus fantasías infantiles.

Secretos bajo la piel Variedades

Existen dos clases principales de cocoteros. Los altos maduran con lentitud y sus cocos son de tamaño mediano a grande, su carne es muy buena y su contenido de agua es alto, de sabor poco dulce. Los frutos de los cocoteros enanos son más pequeños y su agua más dulce.

Al natural

El coco es el nombre del fruto del cocotero, árbol de la familia de las palmáceas que llega a medir hasta 30 metros de altura. En cada árbol pueden colgar entre 10 y 20 racimos con hasta 20 cocos cada uno. El coco maduro tiene unos 30 centímetros de longitud. La cáscara dura protege su carne (llamada copra cuando se le deseca). En el interior se encuentra la rica agua de coco. Del tronco del cocotero joven también se extrae el suculento palmito.

A qué sabe y con qué combina

La carne de coco es rica en grasa, por lo cual se presta para tostarse naturalmente. Su sabor recuerda al de la leche, razón por la que resulta perfecto para preparaciones dulces. Igualmente, suaviza los sabores picantes y muy condimentados, como los que caracterizan a las cocinas tailandesa, malaya e indonesia.

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