El cocodrilo de Dostoievski, el subdesarrollo y “la falta de ignorancia”

El cocodrilo de Dostoievski, el subdesarrollo y “la falta de ignorancia”

Confieso que he leído a George Washington Rostow y a Raúl Prebich, a Gunder Frank, Cardoso, Sunkel y a varios otros sabios en cuestiones de desarrollo y subdesarrollo, dependencia y transnacionales;  no obstante, a pesar de ello, siento alguna vergüenza por no haber leído a ciertos clásicos con mayor atención. Entre estos, a uno de quien Albert Einstein dijo: “Ningún científico me ha dado tanto como este autor”.

Por ejemplo, leamos este fragmento que pareciera que en vez de estar citado por Dostoievski en 1865, fuera una frase de uno de los delegados del Fondo Monetario Internacional, o una cita hecha por uno de nuestros expertos en revistas económicas extranjeras: “The Times, a propósito de nuestra economía, decía que si no crecían nuestras finanzas era precisamente por no tener clase media, porque no había grandes fortunas ni serviciales proletariados…”. Y se refería a la Rusia zarista en vez de a la República Dominicana de hoy. Se trata de una narración en la que un cocodrilo, propiedad de un alemán que exhibía animales exóticos, se tragó entero a un ciudadano ruso.

El dilema de la parabólica historieta consiste en que el cocodrilo es el capital extranjero, el dueño es un inversionista, y el que es tragado vivo,  es el pueblo (ruso, dominicano o de donde sea). Y no pueden las autoridades rajarle el vientre al cocodrilo sin que los inversionistas extranjeros se resientan y protesten en las cortes capitalistas internacionales.

Somos pocos, y tardíos,  los que tenemos acceso a los consejos de los grandes pensadores. Pues, definitivamente, el problema de nuestro país es “la falta de ignorancia”, expresión cibaeña, puesta de relieve por el “ex poeta” Apolinar Núñez (ahora, rentista y comunicador).

Que, regionalismo aparte, se trata de una proposición lógicamente correcta. Porque para que un pueblo llegue a darse cuenta de la importancia de la educación y la instrucción, primero debe haber reconocido y padecido conscientemente su ignorancia. De modo que hemos tenido falta de ignorancia, esto es, falta de un tipo y grado de ignorancia que nos duela en conciencia y carne propia a cada dominicano.

Porque ocurre que cualquier compatriota, sin siquiera saber leer ni escribir, con solo escuchar asiduamente la radio, se da por saber todo lo que hace falta saber. Y con solo allegarse a un amable-politi-castro, ya se hace cliente y participa de los negocios de éste. O, cual otro que sepa leer y escribir, ya se da por preparado para ser diputado, síndico o presidente. Y todos, en general, parecemos ignorar los elementos y los manejos de la inversión extranjera, y seguimos tratándola como al cocodrilo de Dostoievski, según lo cual, aunque el cocodrilo nos trague a todos, juntos o uno a uno, nadie se atreve a proponer que se le raje la barriga al cocodrilo, y menos si el dueño es un oligarca ex gobernante y pentagonista estadounidense, o un terco y rudo pro nazis alemán. En fin: “Mi pueblo sufre por falta de conocimiento” (Oseas 4:6).

Publicaciones Relacionadas