El Código Da Vinci

El Código Da Vinci

ÁNGELA PEÑA
El mundo intelectual, las religiones, los amantes del suspenso, de la historia y de las artes han sido sacudidos por la aparición de este libro que ya inunda las librerías dominicanas y se observa en manos de lectores devoradores que no lo sueltan hasta terminarlo. El autor, Don Brown, escritor norteamericano, no sólo se empleó a fondo en el estudio y la investigación de sociedades secretas, museos, pinturas y pintores famosos, misterios bíblicos, símbolos ocultos, galimatías, frescos, retablos, rompecabezas, monasterios, actuaciones de papas y obispos, supuestas interioridades del Vaticano y del Opus Dei, sino que se convirtió en genio que mantiene en expectación, impaciente, al que va de sorpresa en sorpresa y queda perplejo, boquiabierto, tras descubrir las recónditas e inesperadas misiones de cada personaje envuelto en la trama que creó con maestría incomparable.

Hay revelaciones que invitan a buscar, comprobar, ir de la mano con Brown para acompañarle en sus curiosos descubrimientos, como los que dice haber detectado en La última cena, la Mona Lisa, la presunta primera Biblia, el hipotético estado civil de Jesús, el simbolismo de la Estrella de David, la discutida privilegiada relación sentimental de María Magdalena, definida como “la descastada, la divinidad femenina perdida”, la “verdad más disimulada de toda la humanidad”, presunta discípula predilecta del Maestro que, supuestamente, la designó cabeza de su iglesia.

El volumen ha sido destrozado sin misericordia por doctores en teología, investigadores cristianos, gnósticos, pastores evangélicos, críticos de arte, periodistas, biblistas, escritores, sacerdotes católicos, feligreses…

Aun así, El Código Da Vinci continúa siendo el libro más vendido desde que vio la luz, en 2003, despertando el interés sobre el Santo Grial, los Caballeros Templarios, la masonería, los astros, el poder de la alquimia, documentos secretos, hermandades misteriosas, los llamados actos pecaminosos, la satanización del sexo… Protagonistas de estos tiempos dotados de la tecnología más moderna para sus búsquedas y espionaje se mezclan con paisajes y figuras de la antigüedad mas remota.

Brown incorporó tantos nombres y cuestiones verdaderos que para muchos resultará difícil separar la realidad de la ficción por lo que hay que ser cuidadoso en aceptar lo imaginario como cierto. Tal vez por eso se han escrito obras como Más allá del Código Da Vinci, de René Chandelle, ¿verdad o ficción? Los especialistas responden acerca del Código Da Vinci, por Editorial Lumen y María Magdalena: Más allá del mito, por Esther de Boer, también auspiciado por Editorial Lumen, y Descodificando a Da Vinci, en el que su autor, Amy Welborn, concluye: “Desde las afirmaciones de la geografía de París hasta las que se refieren a la vida de Leonardo Da Vinci, no hay razón alguna para considerar este libro una fuente mediadamente creíble sobre ningún campo de estudio, excepto, quizá, la criptografía”.

Portador de verdades o invenciones, el libro de Brown tiene el encanto de lo misterioso, del suspenso y, por otro lado, revela a un profundo e incansable estudioso que aunque desmentido, atacado, impugnado, hecho trizas, coincide en muchos asuntos con autores que le han precedido o son contemporáneos. Posee además el extraordinario don de haber detectado increíbles rarezas en las que nunca nadie había reparado.

Aparte del entusiasmo, el volumen deja en el lector infinidad de interrogantes que sólo se podrían despejar asistiendo a una equilibrada tertulia de expertos desinteresados e imparciales, que lo analicen.

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