El Código hebreo y el Código griego

El Código hebreo y el Código griego

Recientemente, escuché que se editaba una “Biblia Siglo 21”, un documento “más acorde con estos tiempos”.
Siento pesar porque la humanidad, de antes y de ahora, no haya podido entender la Biblia.
Para muchos, la Biblia es más bien un conjunto de cuentos de hadas; historietas para niños.

Sería interesante saber la respuesta de muchos sabios a la pregunta: ¿Qué hubiese hecho usted para hablar y entenderse con sus criaturas, si usted hubiese sido Dios?

Paradójicamente, la pregunta no es tan difícil para quienes han sido papás: saben que para entenderse con sus niños tienen que crear y utilizar historietas y dibujos, personajes y metáforas, repetírselas durante días y años.
Sería también interesante saber la forma de un cientista explicarles a sus niños el big bang y los hoyos negros. Todos los idiomas y lenguajes son códigos. Las palabras son sonidos, símbolos, representaciones mentales de las cosas que hacemos, lo que vemos, lo que pensamos.

Todos somos diferentes en la manera de percibir y entender. Dos gemelos no tienen exactamente la misma imagen e idea acerca de su propia madre. El azul y el sonido del mar se ven, suenan de manera distinta en las neuronas de cada persona. Solo las experiencias comunes nos permiten entendernos mutuamente; aproximadamente.
Independientemente de si esos hechos ocurrieron como fueron narrados, la Biblia es un código, un sistema de símbolos, imágenes, personajes y hechos para el Padre Creador comunicarnos su amor, y el plan que quiere invitarnos a compartir, a llevar a cabo.

No hay ni habrá manera de saber cómo es Dios. Jesucristo es lo más cercano a la idea que el Dios padre concibió para mostrarnos cómo hubiese sido él si hubiese sido hombre.
La Biblia es un mensaje codificado de principio a fin. Cada hecho es un ejemplo, una enseñanza. Toda la historia de los hebreos, como todas las historias patrias, las fábulas y las leyendas, son sistemas de referencia para entendernos, conocernos y desarrollar propósitos comunes.

El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento no son cosas distintas o contrapuestas. Dios no cambió de propósito ni de código; como si una cosa es el viejo Dios rudo, y otra el bueno de Jesucristo que todo lo acepta y perdona.
Babel fue una desobediencia contra el código común. Dios los dividió, puso confusión y lenguas distintas en los culpables. Los obligó a reagruparse en etnias distantes.

Los griegos padecieron las estulticias de una narrativa teológica absurda. Se sintieron compelidos a crear un código de significados y raciocinios para entender al menos la realidad circundante, y dieron origen a las ciencias naturales. Pero las ciencias nunca podrán conocer la realidad sino meros reflejos distorsionados (Platón).

Importa poco si las plagas fueron siete o doce; con una sola diarrea Yahvé podía obligar a Faraón a libertar su pueblo. Los hizo padecer para estos hechos no se les olvidaran (lea Éxodo 10:1). No puede mantenerse unido y direccionado un pueblo sin historia, sin héroes y acontecimientos. Sin Dios no hay identidad ni propósito común.

La Biblia es un código, sistema de símbolos, imágenes, personajes y hechos

Cada hecho es un ejemplo, una enseñanza

El Antiguo y Nuevo Testamento no son cosas distintas o contrapuestas